sábado, 19 de mayo de 2012

FUNDAMENTOS BÁSICOS SOBRE LA NATURALEZA DEL TEMPERAMENTO.


Autoras: Dra.C Magaly E. Fuentes Parra
                MSc. María E. Sánchez Acosta
               


RESUMEN



En este trabajo se tratan argumentos teóricos sobre el descubrimiento y evolución en el estudio del temperamento, su constitución, vínculos con algunos procesos y formaciones de la personalidad, así como la utilidad práctica de su identificación para el mejor desempeño cotidiano.




Palabras claves:
 Temperamento, Personalidad, Actividad Nerviosa Superior.


 Antecedentes

Resulta fundamental hacer una breve retrospectiva de aquellos resultados investigativos más relevantes que han permitido llegar a los estudios que en estos momentos se realizan con respecto a la temática del temperamento.
A determinados científicos del mundo antiguo les atrajo la atención lo referente a las diferencias que de manera constante distinguían el comportamiento de los hombres, lo que permitía ubicarlos en diferentes tipos de grupos. De esta manera, surge la primera teoría de los temperamentos, donde ha sido reconocido como fundador el médico griego Hipócrates (460-377  a. n. e.), el que expone cuatro tipos principales de temperamentos, a partir de toda una serie de estudios sistemáticos sobre las conductas de los individuos, atribuyendo las diferencias por la existencia de distintos humores o líquidos en el organismo, los cuales determinaban según su predominio a cada uno de los tipos, los cuales por su denominación siguen siendo reconocidos como clásicos en la literatura contemporánea, y son ellos: el sanguíneo, el colérico, el flemático y el melancólico.
Esta teoría de Hipócrates recibió continuación y perfeccionamiento en la labor del médico y anatomista romano Galeno (200-130  a. n. e.); el que fue capaz de hacer una clasificación de trece tipos de temperamentos, aunque posteriormente los verdaderos detalles se redujeron y concentraron en los cuatro primeramente planteados por Hipócrates.
La teoría humoral planteada por estos médicos de la antigüedad, consideraba que cada temperamento dependía de la combinación de líquidos en el organismo, donde  predominaba la sangre, el moco o la bilis. En este sentido, el sanguíneo se caracterizaba por el predominio de la sangre. En este tipo, encontramos sujetos que cambian con facilidad sus intereses, costumbres, sus estados de ánimo pasan con rapidez a otros de carácter diferente; en fin, son personas vivaces, ingeniosas y ágiles. Por otro lado, el colérico se distingue por la cantidad de bilis amarilla en el organismo, donde las emociones, sobre todo las negativas, se expresan intensamente de forma impetuosa y con profundidad. Se caracterizan por una voluntad fuerte, siendo irascibles, ágiles y decididos. Mientras el flemático tiene mucho moco o flema en el organismo, son débiles en sus manifestaciones emocionales, así como imperturbables y poco ágiles, pero con serenidad en la actuación. Sus hábitos y costumbres son estables, presentando grandes dificultades ante el cambio. Y por último, el melancólico donde predomina la bilis negra. Cualquier fracaso los deprime y la tristeza con facilidad se apodera de ellos. Sus vivencias son lentas pero profundas, son soñadores, su actividad es lánguida y también lenta.
No obstante, toda la teoría sobre las proporciones de los líquidos en el cuerpo, como la entendieron Hipócrates, Galeno y sus seguidores, sólo tuvo un interés histórico. Posteriormente, fueron apareciendo nuevos presupuestos y comprobaciones teórico-prácticas que intentaban resolver los aspectos relacionados con la estructura del temperamento, su determinación por otras propiedades del individuo que hasta el momento no habían sido tratadas, y la influencia que el temperamento tiene sobre la conducta.
En este avance paulatino y cada vez más ajustado, aparece entre otros el enfoque psicofisiológico del temperamento, el que se ha debido especialmente al incremento y profundización de las investigaciones en este campo de acción, determinando que la base funcional del temperamento está vinculada con la neurodinámica del cerebro, donde se expresa la correlación neurodinámica entre la corteza y el tronco cerebral. Esta dinámica del cerebro se dispone en estrecha relación con el sistema endocrino, de ahí que fundamentalmente Pende, Below y en parte Kretschmer, trataron de atribuir la influencia del sistema endocrino a la actividad del temperamento. Es cierto que el sistema de secreción interna pertenece a las condiciones que influyen en el temperamento, por eso resulta errado el querer aislar el sistema endocrino del sistema nervioso, cuando objetivamente existe una acción recíproca, pero la función rectora corresponde al sistema nervioso.
La teoría constitucional del temperamento es la que surge posteriormente a la teoría de los humores, donde Kretschmer y Sheldon difunden la dependencia del temperamento con respecto a la constitución general del organismo. Ellos refieren que en la constitución física, la cual  tiene que ver con los índices que integran la estructura o complexión física del cuerpo, es decir partes y tejidos del organismo, se le da un peso importante a las particularidades hereditarias de la actividad de las diferentes glándulas de secreción interna. Esta teoría exageró el papel de la complexión física en el origen del temperamento, donde se expone la influencia que la constitución física ejerce sobre el tipo de sistema nervioso y a su vez sobre el temperamento. Es así que Kretschmer, Zigot y otros investigadores introducen los conceptos de tipos constitucionales de personalidad, los cuales están relacionados con un diferente grado de desarrollo de las placas embrionarias. En esta dirección, Kretschmer mediante la observación de casos patológicos derivó tres tipologías principales y una accesoria que son las siguientes: el tipo pícnico-ciclotímico, el cual se caracteriza por una notable expansión de la capacidad visceral, con tendencia a la acumulación de tejido adiposo en el tronco y un débil desarrollo de las extremidades, son personas que tienen inclinación a los cambios de humor hasta llegar a la psicosis maníaco-depresiva; el tipo leptosómico o asténico, el cual es alto, delgado, con musculatura escasa, hombros estrechos, tórax alargado y también estrecho con un ángulo costal agudo, son personas predispuestas a la esquizofrenia; el tipo atlético-viscoso, es robusto y definido en el orden muscular, con disposición a la epilepsia; y el tipo displásico, reúne numerosas variedades dismórficas y es menos individualizado. Por otro lado, Sheldon propone una clasificación desvinculada de la psicopatología, se basa en el estudio de sujetos normales, y en este particular consideró tres tipos constitucionales: el tipo endomorfo o vicerotónico, donde las personas presentan un cuerpo grueso, redondeado, con predominio del tronco sobre las extremidades, debilidad esquelética y muscular, un fuerte desarrollo de los órganos de la cavidad abdominal, caracterizándose su comportamiento por la alegría de vivir, el ser bondadosas y sociables; mientras que en el tipo mesomorfo o somatotónico, se van a concentrar personas robustas, con buen desarrollo de la musculatura, presentando extremidades largas y fuertes, donde la cintura escapular se expone con mayor potencia en relación con las caderas, son aquellos individuos que desarrollan energía y actividad; por último, el tipo ectomorfo o cerebrotónico, aquí se encuentran aquellas personas que tienen una constitución delgada, la pelvis y el tórax son planos, las extremidades son largas con respecto al tronco, el rostro es entrante en relación a la frente, el sistema nervioso es fuerte y el cerebro se presenta con elevada sensibilidad, inquietud y sobrecarga de su mundo interno.
De esta manera, Kretschmer y Sheldon quisieron dejar sentado, que a determinadas propiedades del sistema nervioso y del temperamento le correspondían particularidades individuales del metabolismo y de la actividad de las glándulas de secreción interna. Sin embargo, se ha constatado con profundidad, como teniendo un mismo tipo de constitución corporal se destacan diferentes rasgos del temperamento que responden a distintos tipos de sistema nervioso. De ahí, que a diferencia de los planteamientos de Kretschmer y Sheldon, se hace necesario destacar el papel principal que desempeña en el origen del temperamento el tipo general de sistema nervioso. Por tanto, el sistema endocrino por sí solo no constituye la base anatomofisiológica del temperamento, pero si se relacionan entre sí, es decir, el sistema endocrino y el temperamento, lo cual se comprueba, sobre todo, al observar cómo al producirse una alteración de la glándula tiroides, la hipófisis o el páncreas, ocurre un predominio de la inhibición en la actividad y en la manifestación de las funciones psíquicas, debilitándose la impresionabilidad y la impulsividad.
Ahora bien, al afirmar que entre ambos sistemas, endocrino y nervioso existe un relación recíproca, retomamos lo que L. Fernández Rius ha expuesto de una manera muy clara en el siguiente planteamiento: “el temperamento se relaciona esencialmente con la actividad nerviosa superior, pero las propiedades del sistema nervioso se relacionan a su vez con las particularidades individuales del metabolismo, los procesos bioquímicos, endocrinos y del organismo como un todo. Es por ello que también puede decirse que las propiedades temperamentales dependen indirectamente de la constitución del organismo a través del tipo de sistema nervioso”.
Entre los especialistas que jugaron un papel determinante  para la comprensión del temperamento, estuvo el gran fisiólogo ruso I. P. Pavlov, el que desarrolló la teoría neurológica de los tipos de actividad nerviosa superior, considerando que las particularidades de la dinámica en la conducta del individuo dependen de las diferencias individuales en la actividad del sistema nervioso, que en fin de cuentas son las distintas manifestaciones e interacciones de los procesos nerviosos de excitación e inhibición. Se dio cuenta que estas particularidades en la formación de los reflejos condicionados en los perros se asociaban a ciertas cualidades del temperamento, presuponiendo de esta manera que las propiedades del sistema nervioso están en la base del temperamento. Descubrió en este sentido, tres propiedades de los procesos de excitación e inhibición que son: la fuerza, el equilibrio y la movilidad, las que en diferentes combinaciones se convierten en causas generales de las que depende el grupo de relaciones recíprocas correspondientes a las características individuales de la actividad reflejo condicionada, determinando cuatro tipos de actividad nerviosa superior, que están presentes en la base de los tipos de temperamentos hipocráticos retomados por I. P. Pavlov, de ahí que se refiriera a que al sanguíneo le correspondía un sistema nervioso fuerte, equilibrado y móvil; al colérico fuerte y desequilibrado; al flemático fuerte, equilibrado e inerte: y al melancólico el sistema nervioso de carácter débil.
Este eminente científico profundiza en sus estudios y precisa que atendiendo a la fuerza de los procesos, el sistema nervioso se diferencia en ser fuerte y débil; según el equilibrio, en fuertemente equilibrados y fuertemente desequilibrados, es el balance o no entre la excitación y la inhibición; y por su movilidad, se manifiestan en móviles e inertes, en la capacidad de pasar de un proceso a otro. Además, expone la diferenciación entre las categorías de genotipo y fenotipo; donde el genotipo se refiere a la particularidad hereditaria del sistema nervioso, y el fenotipo a la combinación de propiedades hereditarias y adquiridas que se expresan en la actividad nerviosa. En tal sentido, el psicólogo y neurofisiólogo B. M. Teplov y sus colaboradores continuando las investigaciones que inició I. P. Pavlov, consideraron en años posteriores que las propiedades del sistema nervioso debían entenderse como propiedades naturales y no necesariamente hereditarias, ya que pueden ser el resultado del desarrollo intrauterino y/o de las condiciones de desarrollo durante las primeras etapas de la vida, por tanto desistieron de usar estos términos.
I.  P. Pavlov apuntaba también, que las propiedades del sistema nervioso y del temperamento no tienen porqué tener una correspondencia directa, pues una propiedad del sistema nervioso (fuerza, equilibrio o movilidad) puede expresarse de manera diferente en los distintos temperamentos, y un mismo tipo de temperamento puede depender de las diferentes formas de proyectarse las propiedades de la actividad nerviosa superior en cada individuo.

También I. P. Pavlov con respecto a las particularidades individuales de la psiquis y la conducta reconoce dos niveles de análisis. El primero, llamado micronivel, el cual trata acerca de las cualidades de los procesos de excitación e inhibición de las células nerviosas que son: la fuerza, el equilibrio y la movilidad. Por eso lo hallado en los experimentos sobre los reflejos condicionados y las observaciones a la conducta de los perros condujo a afirmar que los tipos de sistema nervioso vinculados a los temperamentos eran comunes para el hombre y los animales (mamíferos superiores). En su clasificación, refiere que al colérico le corresponde el tipo de sistema nervioso fuerte y desequilibrado, siendo inclinado hacia la ira; mientras que el melancólico está caracterizado por un sistema nervioso débil, que lo hace estar inclinado hacia el miedo. El sanguíneo que es el fuerte, equilibrado y móvil, presenta predominancia a las emociones positivas; sin embargo, el flemático, el cual es fuerte, equilibrado e inerte, no manifiesta reacciones emocionales impetuosas. El comprendió que el sendero que va desde los procesos nerviosos básicos hacia la conducta realizable en el plano externo, se desarrolla  por medio de la interacción de las macroestructuras, que es el otro nivel, integrado por diferentes secciones cerebrales especializadas, destacando que los tipos extremos de sistema nervioso son el fuerte-desequilibrado y el débil, los que tienen que ver con las enfermedades psíquicas, como es el caso de las neurosis, subrayando que en la neurosis histérica predomina el componente emotivo, el cual está sustentado por las funciones de los centros subcorticales, donde se expone un debilitado control de la corteza cerebral, es por ello que la persona histérica no vive una vida donde esté acentuado lo racional, sino lo emocional.
La idea referida a los cuatro tipos de sistema nervioso y su analogía con los cuatro tipos de temperamento fue desarrollada por I. P. Pavlov antes de que madurara su doctrina   del sistema nervioso, es por eso que en sus últimos informes, deja esbozado el planteamiento acerca de la posibilidad de otras variaciones en los tipos, exponiendo que sólo la más cuidadosa y extensa observación puede comprobar la existencia, frecuencia y significado de uno u otro complejo de características básicas de los tipos de actividad nerviosa que efectivamente existen. Comparó su tipología con la ya establecida acerca de los humores, haciendo corresponder el tipo Vivaz con el Sanguíneo, el Irrefrenable con el Colérico, el Tranquilo con el Flemático, y el Débil con el Melancólico. Esta comparación y las propias tipologías establecidas por I. P. Pavlov han sido criticadas en estudios posteriores, ya que no se avienen enteramente con la realidad. Pero es innegable, el valor que en esencia tienen los criterios que este autor aportó sobre las características acerca de la fuerza, el equilibrio y la movilidad de los procesos nerviosos así como su concepción sobre la actividad nerviosa superior, demostrando que las características de la actividad nerviosa superior se reflejan en el temperamento y contribuyen a su determinación.
Continuando hacia los estudios de la psicofisiología diferencial, y destacando los estudios de los científicos B. M. Teplov y V. D. Nebilitsin, los que planteaban que se debía hablar más bien no de tipos, sino de propiedades del sistema nervioso que distinguen a una u otra individualidad, añadiendo que las propiedades básicas son la fuerza y la movilidad de los procesos nerviosos, mientras que el equilibrio es secundaria, porque precisamente trata sobre el equilibrio en la fuerza o en la movilidad, por ello si en un individuo dado no se conocen la fuerza y la movilidad de los procesos nerviosos, es imposible hablar de equilibrio o desequilibrio en su sistema nervioso. Fue específicamente N. D. Nebilitsin el que introdujo el concepto de las propiedades generales del sistema nervioso, en las que distinguió dos parámetros principales, la actividad y la emocionabilidad. La base de la actividad se sustenta en las particularidades que resultan de la interacción entre la formación reticular activadora del tronco medular y las secciones anteriores de neocorteza, mientras que la emocionabilidad está condicionada por las peculiaridades de la interacción de las secciones anteriores de neocorteza con las formaciones del sistema límbico cerebral.
También B. M. Teplov y V. D. Nebilitsin expusieron en su teoría las tendencias o inclinaciones de los diferentes tipos de temperamento a la hora de reaccionar, por ello el colérico es movido en sus acciones por las emociones de ira, furia, agresividad. El melancólico, todo lo contrario, su inclinación es a la defensa y protección matizada por emociones de miedo, inseguridad y confusión. El sanguíneo, se presenta con fuerte motivación, ávido de saber y abierto al medio, vivenciando emociones positivas con mayor frecuencia que otros. Y el flemático, a pesar de su indiferencia emocional, tiende a emociones positivas.
Desde otra mirada, H. J. Eysenck y J. Gray acuden también a los fundamentos morfofuncionales de las tipologías temperamentales humanas. Particularmente, H. J. Eysenck, en su enfoque factorialista sobre la teoría del temperamento a partir de los tipos clásicos de sistemas nerviosos abordados por I. P. Pavlov, se orienta hacia el estudio de los aspectos dinámicos y afectivos de la personalidad, trabajando en tres dimensiones. Realmente profundiza en las  dimensiones de extroversión-introversión y estabilidad emocional-neuroticismo; no siendo así con la dimensión de psicoticismo, la cual se ha concebido como el polo opuesto al seguimiento estable de las normas sociales. Los extrovertidos aprecian altamente la vida activa, enérgica; los introvertidos la libertad y la consideración a sí mismos; y los neuróticos, la armonía interna sin preocuparse mucho por el éxito externo.
El propio H. J. Eysenck distingue al extrovertido como aquel individuo abierto, activo, sociable, locuaz, en tanto el introvertido como reservado, pasivo y poco sociable. El extrovertido inestable, emocionalmente corresponde al temperamento colérico; el extrovertido estable al sanguíneo; el introvertido inestable al melancólico y el introvertido estable al flemático. También considera que la tendencia a la extroversión está dada por la fuerza de los procesos de excitación e inhibición, mientras que la debilidad de estos procesos se vincula con la tendencia a la introversión.
V. S. Merlin, V. G. Norakidze y H. J. Eysenck brindaron otras características acerca de la dimensión introversión-extroversión, las que consistieron en destacar a los introvertidos como aquellos que perciben los fenómenos del medio en forma más subjetiva que los extrovertidos; asimismo exponen que la adaptación de los introvertidos con respecto al medio ambiente se orienta a la activación del nivel intelectual, mientras que los extrovertidos activan la conducta. Añaden, que el nivel de autocontrol y de capacidad regulativa de los estados psíquicos es mucho más elevado en los introvertidos que en los extrovertidos.
H. J. Eysenck define la dimensión del neuroticismo como aquella inestabilidad emocional que se manifiesta en la conducta del individuo con una excesiva reactividad. En tal sentido. L. I. Antsiférova planteó que cuando hay bajo neuroticismo las personas se comportan con fuerza de voluntad, disposición, perseverancia, confianza, iniciativa, organización, sociabilidad y estabilidad emocional; sin embargo, cuando el neuroticismo es alto se presenta una inclinación a la incapacidad hacia el esfuerzo volitivo, hay bajo autocontrol, existe sugestionabilidad, pobre sociabilidad e inestabilidad emocional.
J. Gray precisa que la ansiedad comparte características del neuroticismo y la introversión. El ansioso reúne aspectos tanto de la personalidad neurótica como de la personalidad introvertida. El aspecto principal es su sensibilidad o susceptibilidad al castigo, lo que conduce a que el ansioso aprenda rápidamente en situaciones de estimulación aversiva o cuando hay miedo al castigo. Expone que la impulsividad se relaciona con la extroversión y ciertos aspectos de la conducta impulsiva. El impulsivo se distingue por la susceptibilidad al refuerzo, de esta manera aprende más y se activa más en situaciones en las que hay recompensa. Además comprueba que los extrovertidos son más sensibles a la recompensa y los introvertidos al castigo. Estas características tienen relación con el parámetro de actividad planteado por V. D. Nebilitsin.
La diferencia esencial de los planteamientos de J. Gray con respecto a la teoría de H. J. Eysenck, es que este último expone que el introvertido aprende más y recuerda mejor que el extrovertido en todas las situaciones, mientras que para J. Gray es el carácter aversivo o apetitivo de la situación el que determina que sea de un tipo u otro el que aprende más. Los introvertidos aprenderán más rápidamente y recordarán la información durante más tiempo cuando la tarea incluye una estimulación aversiva. Por el contrario, el refuerzo positivo facilitará la adquisición y retención en los extrovertidos.
No obstante, resulta interesante la precisión que realizó H. J. Eysenck acerca de que la personalidad de alta nerviosidad se caracteriza por ser emocionalmente inestable, propensa a la ira, inquieta y preocupada, con excesiva reactividad emocional, con una reacción en forma de espera alarmante y falta de deseo de hacer caso a las observaciones de otras personas, oponiéndose de esta forma a la personalidad emocionalmente estable. De esta manera, está señalando que el neuroticismo está muy próximo al parámetro de la emocionabilidad planteado por ese científico de la psicofisiología diferencial que fue V. D.  Nebilitsin.
H. J. Eysenck y J. Gray elaboraron conocidas hipótesis sobre el nivel de activación alto de los introvertidos en relación con los extrovertidos. Esto implicaría que en los extrovertidos cualquier aumento del nivel de activación podría desorganizar los rendimientos con mayor facilidad que en los introvertidos, los cuales necesitarían incrementar mucho la activación para llegar al óptimo.
Siguiendo sobre la base biológica del temperamento, hay que reconocer que B. M. Teplov, V. D. Nebilitsin, N. E. Vvedienski y otros importantes investigadores se convirtieron en seguidores de los trabajos I. P. Pavlov, conduciendo a una labor experimental y teórica más sistemática, exponiendo y profundizando sobre las categorías de dinamismo y labilidad del sistema nervioso y actualizando especialmente los requerimientos biológicos del temperamento. El dinamismo se concibió como aquella propiedad del sistema nervioso referida a la inherente agilidad y velocidad de generación de los procesos de excitación o inhibición, y la labilidad como la facultad nerviosa que se caracteriza por la aparición y extinción rápida del proceso nervioso, sin estar ligado a la movilidad. La tarea no consistía precisamente en conservar la teoría de I. P. Pavlov sobre los tipos de actividad nerviosa superior, sino de desarrollarla desde una perspectiva que enriqueciera cada vez más el ajuste del comportamiento humano.
Los estudios de los tipos de sistema nervioso en el hombre han revelado, como lo hizo I. P. Pavlov en animales, que las particularidades psicológicas del temperamento están relacionadas no con algunas propiedades aisladas del sistema nervioso sino con sus combinaciones, por eso se afirma que el tipo de sistema nervioso es la base fisiológica del temperamento.
B. M. Teplov y su escuela, explicaron de una manera muy convincente porqué en el proceso de evolución se ha conservado el llamado tipo débil, de ahí que si el tipo fuerte presenta una alta estabilidad en circunstancias extremas, entonces la sensibilidad elevada del tipo débil representa una cualidad no menos valiosa en otras condiciones en que se requiere una aptitud para una distinción rápida y acertada de las señales externas. Es así que los experimentos han demostrado, que los representantes de diversos tipos de sistema nervioso resuelven las mismas tareas con igual éxito, pero cada uno de ellos se vale del proceder particular de su táctica.
Las propiedades del sistema nervioso tienen una gran importancia y significación para la psicología de la personalidad, sin considerarlas como predeterminantes para los tipos de conductas; muy por el contrario, orientadas en la dirección de crear las condiciones para facilitar unos comportamientos y también porque no, para dificultar otros. De manera gradual, en la profundización de los estudios, se ha hecho menos frecuente el intento por encasillar a las personas en un tipo u otro de temperamento de los cuatro clásicos, ya que las búsquedas se dirigen al detalle de las propiedades del sistema nervioso con las correspondientes combinaciones más características de las manifestaciones psicodinámicas que están implicadas en la estructura temperamental.
Antes de concluir esta parte, se impone plantear que en la integridad de estudios realizados se han tratado tipologías psicológicas desvinculadas del componente fisiológico de la personalidad, como son: los trabajos de W. James, C. G. Jung, H. Rorschach, F. Heidbreder y R. B. Cattell entre otros.
Es así que W. James, en los inicios del siglo pasado, hiciera planteamientos sobre la diferencia que existía entre los individuos de mente resistente y los de mente sensible, por ello resumió que los tough-minded, son los que miran hacia afuera y los tender-minded, los que miran hacia adentro.
Posteriormente a W. James, en el año 1925, aparece la tipología expuesta por C. G. Jung cuando en los estudios de personalidad elabora un test para medir las características de la extroversión-introversión, considerando de esta manera las siguientes características: en el tipo extrovertido, se encuentra a aquel individuo directamente orientado a la realidad objetiva, donde busca la aprobación social y es sociable, regido por lo práctico y lo necesario, ama la actividad, el cambio y la variedad, de ahí que se adapta fácilmente a situaciones nuevas, la vida afectiva no está finamente moldeada, es por eso que sus emociones son poco profundas y fáciles de suscitar, ya que no tienen muchas inhibiciones, posee una autocrítica débil y la psiconeurosis típica es la histérica. El tipo introvertido, es prácticamente opuesto al extrovertido, su principal interés está en el mundo subjetivo, se orienta hacia los principios absolutos, por tanto es rígido e inflexible, con delicadeza de sentimientos, es inclinado al análisis de sí mismo y a la crítica, la psiconeurosis típica es la de ansiedad. En tal sentido, el propio autor, entendió como causa principal de las diferencias temperamentales, las tendencias extrovertida e introvertida de la libido; es decir, la tendencia de las energías intrínsecas al dirigirse fundamentalmente el sujeto al mundo exterior de los objetos o hacia sus propios estados mentales internos. Consideró que la extroversión y la introversión son dos actitudes u orientaciones de la personalidad que se expresan a través de cuatro funciones subsidiarias: de pensamiento, sentimiento, sensación e intuición. Las dos primeras, pensamiento y sentimiento son racionales porque utilizan la razón, el juicio, la abstracción y la generalización; mientras que las dos restantes, sensación e intuición se consideran irracionales. Busca la función predominante en cada tipo, extrovertido e introvertido.
Por otro lado, la tipología de H. Rorschach estuvo influida por la de C. G. Jung, reflejándose en la base del test proyectivo que elabora en 1921, donde determinó que el tipo extratensivo se corresponde con el extrovertido, el tipo intratensivo se aviene al introvertido, mientras el tipo coartado tiene que ver con la debilidad de la energía y la falta de orientación hacia el mundo exterior o hacia la vida interior.
Ya en 1926, F. Heidbreder es el que realiza el primer test de una sola característica, reuniendo en una escala variadas expresiones de la extroversión-introversión. Cada persona se calificaba a sí mismo sobre la base de diferentes ítems, cuanto más predominan las calificaciones positivas más introvertido es el individuo, mientras más predominan las calificaciones negativas más extrovertido es.
Y en el año l946, R. B. Cattell planteó en una lista de características primarias de la personalidad, algunas que se encontraban relacionadas con la extroversión-introversión, considerando de esta manera las siguientes: madurez emocional, emotividad, sensibilidad e hipersensibilidad, benevolencia, audacia, neuroastenia, ciclotimia y ciclotimia de exaltación.
Ahora, resulta oportuno destacar los planteamientos que se derivan de los estudios acerca de la personalidad, su configuración y desarrollo realizados por la Psicología Humanista, donde se encuentra como máximo exponente G. Allport. En ella existe el criterio de que el tema del temperamento es aún limitado, que se requiere de una profundización en genética humana, bioquímica, endocrinología, neurología y antropología física. Se reconoce una condicionalidad del temperamento sobre la personalidad, así como los intentos de análisis acerca de las dimensiones básicas del temperamento sin llegar a un acuerdo dado. No obstante, se presenta una definición de temperamento, donde se toma en cuenta, el uso más apropiado y corriente en el orden psicológico. Para ellos “el temperamento está referido a los fenómenos característicos de la naturaleza emocional de un individuo, incluyendo la susceptibilidad a la estimulación emocional, la fuerza y velocidad con que acostumbran a producirse las respuestas, su estado de humor preponderante y todas las peculiaridades de su intensidad y fluctuación, considerándose dichos fenómenos como dependientes en gran parte de la estructura constitucional y predominantemente hereditaria”. Esta definición no implica que el temperamento sea inmutable, por el contrario, contempla la posibilidad que tiene de variar dentro de determinados límites a causa de diferentes influencias de tipo médicas, quirúrgicas y nutritivas, o por la acción del aprendizaje y las experiencias que tienen lugar en el curso de la vida. Por tanto, el temperamento puede modificarse en la medida que se desarrolla la personalidad, sin olvidar la existencia de niveles constitucionales, químicos, metabólicos y nerviosos que le imprimen un sello característico a cada individuo.
Por último, se impone desatacar el hecho de que a partir de los años 20 del siglo pasado se confeccionan muchas pruebas acerca del temperamento propiamente o del temperamento incluido en estudios integrales de personalidad, con vistas a realizar evaluaciones y diagnósticos con fines clínicos o para profundizar acerca de la personalidad sana, sobre ello estaremos haciendo referencia en el capítulo II.
Desde los años 80 del siglo pasado hasta nuestros días, los estudios psicofisiológicos acerca del temperamento han logrado estabilizar las propiedades del sistema nervioso que se conciben como base fisiológica del temperamento, en este sentido se habla de la fuerza, el equilibrio, la movilidad, el dinamismo y la labilidad.
La psicología diferencial simultáneamente al estudio de las propiedades del sistema nervioso investigó sobre las características psicológicas individuales del temperamento, las que recibieron el nombre de dinámico-formales, o de acuerdo con la terminología de V. S. Merlin, propiedades psicodinámicas. La psicofisiología diferencial ha tenido como objetivo principal el correlacionar las propiedades del sistema nervioso con las propiedades psicológicas del temperamento.


 Propiedades del sistema nervioso.

La fuerza, el equilibrio, la movilidad, el dinamismo y la labilidad de los procesos de excitación e inhibición en la actividad nerviosa superior es a lo que se les denominan propiedades del sistema nervioso.
A continuación se exponen los aspectos esenciales que distinguen a cada una de estas propiedades del sistema nervioso, así como de algunas manifestaciones de tipo conductual.
Fuerza: Se caracteriza por determinada capacidad de trabajo, resistencia y estabilidad a la acción de un excitador extremadamente fuerte o monótono; es decir, que se distingue por soportar una fuerte excitación o inhibición por un largo o un breve período de tiempo, donde hay resistencia hacia la alta carga de estimulación. Un sistema nervioso fuerte es capaz de reaccionar adecuadamente a los estímulos. Sin embargo, las personas con un sistema nervioso débil, ante los excitadores fuertes o monótonos disminuyen rápidamente su capacidad de trabajo, reaccionando a estímulos de una fuerza muy baja, y con frecuencia, se distinguen por una insuficiente estabilidad a la interferencia. En este caso, los estímulos fuertes sobrepasan el límite de la capacidad de trabajo y provocan una inhibición supramaximal.
Manifestaciones
Fuerza:
·         Alta capacidad de trabajo.
·         Resistencia a las excitaciones fuertes y/o prolongadas sin que disminuya la 
capacidad de trabajo.
·         Reacción ante estímulos intensos sin que aparezca la fatiga psíquica.

Debilidad:
·         Manifestaciones de ansiedad por la incapacidad de mantenerse por mucho 
tiempo en una misma actividad.
·         Fatiga nerviosa al elevarse la carga de trabajo intelectual.
·         Baja capacidad para asimilar el estrés.

Equilibrio: Grado de correspondencia y balance entre las fuerzas de la excitación e inhibición que se expresa en la rapidez con que se forman las conexiones nerviosas provisionales y el desarrollo de la inhibición. La predominancia de uno u otro proceso nervioso es cuando se produce el desequilibrio. Cuando el proceso de inhibición está por encima del proceso de excitación aparece una aceleración negativa de las conexiones nerviosas, que conduce a su rápida extinción. Cuanto más próximos están los procesos al equilibrio, tanto más estable es la persona en su comportamiento y en sus reacciones sobre la realidad. Cuando la persona se aleja del equilibrio, tiende a la excitabilidad que puede llegar a ser extrema o de lo contrario a ser fácilmente  contenible.
Manifestaciones
Equilibrio:
·         Estabilidad del comportamiento.
·         Fácil concentración de la atención.
·         Autocontrol en las reacciones afectivas.

Desequilibrio por excitación:
·         Tendencia a la pérdida del control sobre el comportamiento.
·         Valoraciones precipitadas y decisiones incorrectas.
·         Si no rebasa el límite máximo de excitación es favorable para la   
   utilización de la máxima carga de energía.
·         Aparición de la torpeza en los movimientos.

Desequilibrio por inhibición:
·         Freno paulatino de la actividad.
·         Reacción retardada ante un estímulo.
·         Bloqueo de la reacción.
                       
Movilidad: Capacidad de transitar con rapidez y facilidad de la excitación a la inhibición, y viceversa. Es la rapidez del proceso nervioso en respuesta a una estimulación o para formar conexiones condicionadas. Se refleja en las características de la velocidad de surgimiento del movimiento y la terminación de los procesos nerviosos, actuando sobre la renovación de las estructuras nerviosas y la reformación en el proceso de actividad; es decir, que de la movilidad depende la capacidad de producir. Los inertes, por tanto son personas lentas en el tránsito de un proceso nervioso a otro, alcanzando en un tiempo relativamente largo la capacidad de trabajo.
Manifestaciones
Movilidad:
·         Rápida captación de la información, procesamiento, toma de decisión y
   respuesta.
·         Rápida formación y transformación de las conexiones nerviosas temporales.
·         Rápido cambio del foco de atención.
·         Facilidad para la adaptación a nuevas condiciones de actividad.
·          
Inercia:
·         Paciencia en situaciones de espera.
·         Lentitud para lograr la concentración o desconcentración de la atención.
·         Lentitud en los movimientos.

  Dinamismo: Determina las particularidades individuales de la rapidez y facilidad en la formación de los estereotipos dinámicos y la adaptación a las nuevas circunstancias. Cuanto mejor esté desarrollada esta propiedad más rápido ocurre la asimilación de los hábitos y su estabilidad; de ahí que cuanto peor esté desarrollada, más lento ocurre el proceso de aprendizaje. Esta propiedad está referida a la dinámica de los procesos nerviosos.
Manifestaciones
Dinamismo:
·         Rapidez en la formación de habilidades y hábitos generales y especiales.
·         Rapidez para captar, procesar y aplicar los nuevos conocimientos,
habilidades y hábitos.
·         Rapidez para procesar y elaborar la información, con vistas a la  solución          
   de nuevos problemas.
Poco dinamismo:
·         Lentitud en el proceso de aprendizaje.
·         Reacción retardada ante un estímulo repentino.
·         Lentitud ante la necesidad de dar una respuesta rápida.

  Labilidad: Determina la rapidez de aparición e interrupción de los procesos de excitación e inhibición. Se refiere a la velocidad de percepción de la información así como de la ejecución de una actividad, a la rapidez de reacción simple, en particular a la de los movimientos estereotipados.

Manifestaciones:
·         Rapidez de los movimientos estereotipados.
·         Rapidez de reacción a un estímulo único.
·         Respuesta rápida que no exige elección de acciones.
·         Reacción rápida sólo cuando ya existe estereotipo dinámico.

Es evidente en los resultados acumulados, tanto de las investigaciones de I. P. Pavlov como las de todo un gran grupo de especialistas posteriores, que las propiedades del sistema nervioso y sus múltiples combinaciones, desempeñan un papel significativo en las particularidades temperamentales, de esto se deriva, que el conocimiento de dichas propiedades del sistema nervioso y por supuesto del temperamento, resultan una necesidad básica a tomar en consideración con vistas a preparar un personal cada vez más competente en el desenvolvimiento de las profesiones, oficios y tareas que exigen de un comportamiento particular de la dinámica neuropsíquica. En el caso del marco pedagógico, entre otras expresiones conductuales por las cuales deben velar y trabajar los profesionales que dirigen este proceso es sobre el buen control de las reacciones emocionales de sus discípulos, de promover en ellos una alta capacidad de trabajo, así como de resistencia a estímulos fuertes y/o prolongados. No obstante, es justo aclarar, que aún existen limitaciones en los estudios fisiológicos y bioquímicos del sistema nervioso, pero se ha avanzado de manera considerable como para que en estos momentos se pueda realizar una labor significativa sobre la actividad del temperamento.       

Propiedades del Sistema Nervioso en los Tipos Clásicos de Temperamento.
                                            
propiedades del sistema nervioso
TEMPERAMENTO Y TIPO DE SISTEMA  NERVIOSO.
EQUILIBRIO
FUERZA
 MOVILIDAD
DINAMISMO
LABILIDAD
Sanguíneo  (vivo)
Equilibrado
Fuerte
Móvil
Dinámico
Lábil
Colérico  (irrefrenable)
Desequilibrado
Fuerte
Móvil
Dinámico
Lábil
Flemático  (sosegado)
Equilibrado
Fuerte
Inerte
Poco  dinámico.
Poco lábil.
Melancólico  (débil)
Desequilibrado
Débil
Inerte
Poco dinámico.
Poco lábil
                                                                                                    I.P. Pavlov  (Versión Fuentes Parra)


Cuando se explica el temperamento, se toman en consideración las propiedades del sistema nervioso que existen como base fisiológica del mismo. La actividad nerviosa superior es un fuerte componente biológico, donde los procesos de excitación e inhibición interactúan de manera especial brindando un sello específico en cada persona. Al  mismo tiempo, el contenido psicológico del temperamento se relaciona con otras propiedades que son de carácter psíquico y que corresponden a su estructura, estando mediatizadas por las condiciones de vida y de educación, así como por el propio desarrollo de la personalidad.
Al observar el temperamento de quienes nos rodean encontramos diferencias y también similitudes. Estas valoraciones no se explican por una particularidad temperamental aislada, sino por una singular combinación de propiedades, las cuales conforman una organización estructural. La relación mutua entre las diversas propiedades psicológicas hace aparecer un sello cualitativamente peculiar del temperamento en cada persona. Por eso, desde las primeras etapas del desarrollo de la personalidad, la educación condiciona al más alto nivel la evolución del temperamento, ya que las propiedades biológicas se manifiestan aún de manera muy insipiente.


 Propiedades psicodinámicas del temperamento.

Las propiedades psicodinámicas del temperamento se definen como características individuales de la psiquis humana, donde se refleja el aspecto dinámico y no el contenido de la actividad psíquica, siendo relativamente constantes independientemente de los contenidos, motivos y objetivos de la actividad, reflejando así las tendencias internas que proporcionan las características procesales de la conducta individual, entre las que son manifiestas la velocidad, el ritmo, la intensidad y la prolongación de los procesos psíquicos.
Se determina por las siguientes propiedades psicológicas, exponiéndose algunas de sus características fundamentales y manifestaciones conductuales.
Excitabilidad de la atención: Trata acerca de la alta o débil excitabilidad de la orientación de la atención. Cuanto menor es el grado de novedad del estímulo que atrae la atención, más excitable es esta en la persona, y viceversa. Se encuentran características relacionadas con la adecuada o deficiente concentración, distribución, cambio y estabilidad de la atención. La excitabilidad de la atención, se manifiesta en la facilidad con que la persona es atraída por estímulos externos insignificantes, donde  logra tener una orientación más sutil y detallada en nuevas circunstancias, pero al mismo tiempo se distrae mucho con señales ajenas, y propicia una mejor resistencia a la acción continua de los estímulos.
Manifestaciones
·         Capacidad para concentrarse y desconcentrarse.
·         Orientación exacta y detallada hacia el objeto de atención que
actúa en  circunstancias novedosas.                                                                                                                                                                   
·         Favorece la resistencia a la acción continua de los estímulos.

Sensibilidad: Es la magnitud de las fuerzas exteriores necesarias para provocar cualquier reacción psíquica en el hombre, así como la velocidad que tenga dicha reacción. Tiene que ver con los umbrales inferiores de las sensaciones, y el menor grado de satisfacción o insatisfacción de las necesidades.
Manifestaciones
·         La gran sensibilidad promueve la tendencia a que los factores                   
perturbadores afecten la conducta.                                                                                                          
·         Si el nivel de sensibilidad no rebasa el límite de la excitación necesaria
para una adecuada estimulación, resultará beneficiosa para actividades que                                                                                                                                                                        
requieren de esta propiedad.
·         Si rebasa el límite de la excitación necesaria se puede producir un desajuste
del comportamiento.              
Reactividad: Es la fuerza de las vivencias afectivas con que las personas reaccionan a las influencias externas e internas. Desempeña un papel positivo cuando es necesario emplear una gran energía para lograr un fin de mucha importancia; sin embargo, cuando es necesario inhibir una acción, la efectividad de la misma puede tener una trascendencia negativa, de ahí que la reactividad hay que saberla controlar.
Manifestaciones
·         Presencia de vivencias emocionales y reacciones de carácter muy intensas e      
   impetuosas ante el éxito y el fracaso.
·         Las peculiaridades de la ansiedad van a estar en dependencia de la
   intensidad y la duración de las situaciones estresantes.
·         El desempeño de las diferentes vivencias está muy vinculado con el
  desarrollo de la personalidad.
Actividad: Es el grado de energía y rapidez con que el individuo actúa sobre el mundo circundante y vence los obstáculos externos e internos para obtener los fines.
S. L. Rubinstein,  refiere al respecto, que es la impulsividad la encargada de la fuerza de los impulsos, la velocidad con que se apodera de la esfera motriz pasando a la acción, así como por la tenacidad con que conserva su eficacia. La impulsividad caracteriza también el desarrollo de los procesos intelectuales que la median y la controlan. Mediante la impulsividad, el temperamento está vinculado con el proceso volitivo, con la fuerza dinámica de las necesidades que estimulan la actividad, así con la velocidad de transición de los impulsos a la actuación.
Manifestaciones
·         Aumento de la capacidad de trabajo, pudiendo laborar largo rato sin cansarse.
·         Disminución de la capacidad de trabajo con facilidad para la fatiga.
·         La poca o mucha energía que se dispone para cumplir con las tareas  
   orientadas, se materializa en la fuerza, ritmo y rapidez de las acciones.
Correlación reactividad-actividad: Es el grado mayor o menor de relación entre la reactividad y la actividad de acuerdo a las circunstancias externas o internas, casuales o intencionales.
Manifestaciones
·         El equilibrio entre la reactividad y la actividad se refleja en la organización y armonía expresiva de las vivencias afectivas, así como en las reacciones involuntarias.
·         El desequilibrio entre la reactividad y la actividad a favor de la reactividad,
   se observa en la inquietud y el desenfreno.
·         El desequilibrio a favor de la actividad, se materializa en la ecuanimidad y
  el autodominio.
Ritmo psíquico: Es la dinámica que caracteriza la actividad psicológica, la cual depende del contenido y las condiciones de la actividad, así como de la relación de la persona con lo que hace. Se expresa en la mayor o menor rapidez con que transcurren los diferentes procesos, formaciones y reacciones psíquicas. Se refiere precisamente al dinamismo psíquico.
Manifestaciones
·         Rapidez de los movimientos corporales, del ritmo del lenguaje, de la memorización, de las posibilidades de concentración y de la actividad intelectual.
·         Lentitud de los movimientos corporales, del lenguaje, de la memorización, de la concentración con facilidad para la distracción, y de la actividad pensante.
·         Rapidez o lentitud en la adaptación a las nuevas situaciones.

Resistencia: Se refiere a la capacidad de soportar influencias externas desfavorables, que se expresan en forma de vivencias negativas de tipo emocional, tensional que por su potencia frenan la actividad del hombre.
Manifestaciones
Alta resistencia:
·         Resistencia al estrés.
·         Estabilidad en el nivel de funcionamiento de la actividad durante
   las fuertes tensiones nerviosas.
·         Concentración de la atención aún cuando hay estímulos colaterales
que actúan de manera constante.  
Baja resistencia:
·         Susceptibilidad al estrés.
·         Disminución del nivel funcional de la actividad ante estímulos fuertes             
   y/o prolongados debido a una alta tensión nerviosa.
·         Dispersión de la atención por estímulos colaterales constantes.

Plasticidad-rigidez:
 Son propiedades opuestas. Se trata acerca de la facilidad (plasticidad) o     dificultad (rigidez)   
del hombre para adaptarse a las influencias externas cambiantes.
Manifestaciones
Plasticidad:
·         Domina la comprensión.
·         Fácil la adaptación a los cambios de situaciones.
·         Analítico.

Rigidez:
·         Domina el esquematismo.
·         Dificultades en la adaptación a los cambios de situaciones.
·         Poca reflexión.

Extroversión-introversión: También son propiedades opuestas. Por ello en los extrovertidos las reacciones y la actividad del hombre dependen especialmente de las impresiones externas, mientras que en los introvertidos las imágenes y las representaciones están vinculadas con el pasado y el futuro.
Manifestaciones
Extroversión:
·         Comunicativo.
·         Sociable.
·         Expresivo a través de la mímica y los gestos.

Introversión:
·         Reservado.
·         Poco sociable.
·         Baja expresividad.

Manifestaciones conductuales de las propiedades psicodinámicas en los tipos de temperamento.
En cada hombre no se expresa un solo tipo de temperamento, sino una combinación de los existentes que pautan la tendencia predominante. No existen tipos de temperamentos puramente buenos o malos, cada uno es positivo en unas condiciones y negativo en otras. Al colérico le es más fácil que al flemático elaborar la rapidez y energía de las acciones; en cambio, en el flemático es más fácil que en el colérico elaborar la entereza y la serenidad. En determinadas condiciones, el temperamento predominantemente sanguíneo puede conducir al sujeto a estar desperdigado, mientras el flemático puede condicionar cierta pereza e indiferencia hacia el medio ambiente. También sucede, que el temperamento colérico puede influir a hacer al individuo brusco, violento, y el melancólico puede elaborarse la inclinación a ensimismarse por completo en las vivencias, a ser desmedidamente reservado. En cualquier temperamento se corre el riesgo a que se desarrollen cualidades negativas. Una de las preocupaciones principales de la actividad educativa es de tener plena conciencia de las cualidades positivas y negativas del temperamento, así como de los medios hábiles para dirigirlas.
Para hacer la evaluación de alguna propiedad psicológica de la estructura del temperamento, hay que tener en cuenta la expresión conductual, es por eso que a continuación se describen las características más distintivas de las propiedades psicodinámicas, partiendo de la clasificación tradicional.
Sanguíneo: La excitabilidad de la atención se presenta con facilidad para la concentración, la distribución y el cambio, pero su estabilidad resulta pobre. Mientras que la sensibilidad, la reactividad, la actividad y la resistencia son elevadas, existiendo equilibrio en la correlación reactividad-actividad. El ritmo psíquico es rápido, y su plasticidad y extroversión son significativas. Las conductas más comunes son: alegría, energía, eficacia, comunicabilidad amplia y variada, facilidad para disciplinarse, adaptación sin dificultad a nuevas situaciones, mímica vivaz y movimientos expresivos, tiene alta capacidad de trabajo, es activo, móvil y procura cambiar con frecuencia de impresiones, reaccionando con rapidez a los acontecimientos del entorno, y soportando con relativa facilidad los fracasos y contratiempos. Este tipo de temperamento por las posibilidades de comunicación que facilita entre los individuos se hace necesario en los deportes de equipo.
















Colérico: La excitabilidad de la atención se manifiesta con buena concentración y distribución, pero con dificultades para el cambio y la estabilidad. Es baja la sensibilidad. Elevada la reactividad y la actividad, donde la reactividad supera a la actividad. El ritmo psíquico es rápido, pero su psiquis tiene poca resistencia a las influencias externas desfavorables. Se comporta con más rigidez que plasticidad, es extrovertido. Las conductas más comunes son: el ser desenfrenado, explosivo, enérgico, rápido, inquieto, terco, decidido, constante, de motivaciones estables, capaz de entregarse a un tarea con extraordinaria pasión, sus reacciones emocionales intensas con cambios bruscos de estado de ánimo. Es capaz de manifestar una gran fuerza de voluntad en la lucha competitiva.






Flemático: En la excitabilidad de la atención encontramos que lentamente se concentra, con buena estabilidad, pero presenta dificultades para el cambio así como pobre desarrollo de la distribución. Baja sensibilidad y reactividad con elevada actividad, por tanto, dicha actividad supera la reactividad. Es resistente, con un ritmo psíquico lento. Además es rígido e introvertido. Las conductas más comunes son: imperturbable, con dificultad en la adaptación a nuevas situaciones y relaciones, cuidadoso, responsable, reservado, con estados de ánimo que se manifiestan poco al exterior, e intereses estables. Son capaces de lograr el éxito en aquellos deportes que requieren de equilibrio emocional y constancia en los hábitos, como son: los de tiro, ajedrez, clavado, velocidad, en especial las carreras de fondo.


Melancólico: En la excitabilidad de la atención es pobre la manifestación de las diferentes cualidades. Su sensibilidad es elevada. La reactividad y la actividad son bajas; por tanto, hay un relativo equilibrio en la correlación reactividad-actividad. Es poco resistente, con un ritmo psíquico lento. Es rígido e introvertido. Las conductas más comunes son: el ser impresionable, susceptible, inseguro, tímido, encerrado en sí mismo, cuidadoso, prudente y responsable. Su alta sensibilidad lo hace ser factible para deportes de reacción simple.
                                                                  
                     
   Integración Propiedades psicodinámicas - Temperamento

           TEMPERAMENTOS

PROPIEDADES PSICODINÁMICAS

Sanguíneo

Colérico

Flemático

Melancólico

Excitabilidad de
la atención
Buena concentración, distribución y cambio, deficiente estabilidad.
Buena concentración y distribución, deficiente cambio y estabilidad.
Buena concentración y estabilidad, deficiente cambio y distribución.
Pobre manifestación de las cualidades.

Sensibilidad

Alta

Baja

Baja

Alta

Reactividad

Alta

Alta

Baja

Baja

Actividad

Alta

Alta

Alta

Baja

Reactividad-actividad

Equilibrio

Desequilibrio

Desequilibrio

Equilibrio

Ritmo psíquico

Rápido

Rápido

Lento

Lento

Resistencia

Alta

Baja

Alta

Baja

Plasticidad-
rigidez

Plasticidad elevada

Más rigidez que plasticidad

Rigidez

Rigidez

Extroversión-  introversión

Extrovertido

Extrovertido

Introvertido

Introvertido
























Después de haber realizado este extenso análisis sobre la naturaleza del temperamento y teniendo en cuenta los  conceptos a que se hizo referencia, sería conveniente precisar que las propiedades del sistema nervioso actúan como base fisiológica en las propiedades psicodinámicas, las cuales, a su vez, influyen indistintamente en procesos psíquicos y/o formaciones psicológicas, que se manifiestan como modos de conducta o a lo que también se pudieran  llamar, indicadores del temperamento.
Pongamos un ejemplo:
En una situación de un juego de voleibol donde se discute la medalla de oro, una de las jugadoras  realiza un remate que se hace efectivo. Para ello fue necesario detectar las  características de su línea de ataque y  del pase que va a propiciar su acción, así como la detección de las acciones del equipo contrario, por ejemplo, la ubicación de los jugadores para decidir a qué zona va a dirigir el ataque y el tipo de bloqueo que utilizarían éstas.
En este caso los modos de conducta o indicadores del temperamento que se han manifestado en esta voleibolista durante la acción de remate son: un buen control emocional, agilidad mental y  decisión premeditada; las propiedades  psicodinámicas son la excitabilidad de la atención, actividad y ritmo psíquico rápido y las propiedades del Sistema Nervioso, el Dinamismo nervioso y el Equilibrio. Entre las formaciones psicológicas que se presentan principalmente en este ejemplo se puede mencionar una gran capacidad realizar con rapidez el análisis y síntesis de la situación del juego en ese momento. Teniendo en cuenta las características anteriores, el temperamento predominante sería Sanguíneo-Flemático
El siguiente gráfico ilustrará esta concepción.













VÍNCULOS DEL TEMPERAMENTO CON ALGUNOS PROCESOS Y FORMACIONES DE LA PERSONALDAD.

Relación del temperamento con la atención, el pensamiento, las vivencias afectivas y la voluntad.
El temperamento se manifiesta en la fuerza, persistencia y rapidez de los procesos psíquicos, en especial, en la dinámica de la vida emocional y en la dinámica de la acción de cada individuo.
La atención está estrechamente vinculada con el temperamento, a tal punto que existe en su estructura una propiedad psicodinámica denominada excitabilidad de la atención. Se considera un proceso de procesos, que implica una orientación selectiva de la conciencia, la cual obedece a causas objetivas y subjetivas, de ahí que se defina como la tendencia de la actividad psíquica y de su concentración sobre un objeto que tiene para la personalidad determinada significación. Sin una buena atención, es difícil que las personas puedan percibir y procesar adecuadamente una información dada, pensar de manera productiva, reaccionar a los cambios de situaciones y controlar continuamente su actividad. El hombre durante su vida y a través de su actividad va desarrollando las diferentes características de la atención, estas pueden llegar a mejorar de modo significativo si se despliega una ejercitación rigurosa. Asimismo, existe claridad científica con respecto a la compensación de las deficiencias que aparecen en las personas, donde excepto en las predominantemente melancólicas, debido deficiente funcionamiento de las distintas características, el resto de las tendencias temperamentales compensan más fácilmente sus insuficiencias.
No obstante, sobre la atención está la influencia del temperamento, de ahí las particularidades de algunas características de la atención que deben poseer las personas teniendo en cuenta su temperamento. Los predominantemente sanguíneos, presentan una tendencia natural hacia la buena concentración, distribución y rapidez de cambio, sin embargo es pobre su estabilidad. Mientras que los predominantemente coléricos se proyectan también con buena concentración y distribución, pero el cambio y la estabilidad resultan insuficientes. En el caso de los predominantemente flemáticos, se observa una atención que siempre está bien concentrada, aunque retardada, acompañada de una buena estabilidad, pero deficiente rapidez de cambio, con una distribución que se puede considerar en su integridad pobre, debido a que cuando la actividad es complicada empeora con brusquedad, y cuando es relativamente fácil lo hace bien. Y por último, los predominantemente melancólicos, que son aquellos que peor atención poseen, pues resulta deficiente la manifestación de las diferentes características tratadas, es decir, se concentran con dificultad, distribuyen mal, con poca rapidez de cambio y acentuada inestabilidad.
Por otro lado, el pensamiento también recibe las influencias del temperamento, en tanto es un proceso que se distingue por ser la expresión superior de la cognición humana, donde se refleja de forma mediata y generalizada la realidad, buscando siempre lo esencialmente nuevo, a través del funcionamiento de la operaciones racionales (análisis, síntesis, comparación, abstracción, generalización y concreción) que en cada acción específica de pensamiento, su orden y secuencia, van a responder a los objetivos trazados, y estos a su vez son consecuencias de los motivos que orientan una actividad determinada, es por eso que va a depender del tipo de problema a resolver, su nivel de dificultad y de los datos con que se cuenta.
El pensamiento puede diferir de una a otra persona en una serie de particularidades que lo caracterizan cualitativamente. Entre estas particularidades individuales se encuentra el predominio de una de las dos operaciones básicas, es decir, existen los que tienen un pensamiento predominantemente analítico, hay otros en que es predominantemente sintético, algunas personas con un predominio hacia la concreción y otras hacia la abstracción, hay quienes tienen el pensamiento fuertemente matizado por lo afectivo, y en otros es la razón quien domina los sentimientos.
También existen cualidades individuales del pensamiento que diferencian a las personas, ellas son: amplitud, profundidad, consecutividad, independencia, flexibilidad y rapidez. En el proceso formativo de la personalidad, a los maestros les resulta esencial conocer estas cualidades que diferencian a sus alumnos, para de esta manera individualizar su influencia y dirigir con éxito su actividad cognoscitiva, e incluso orientar esta hacia el desarrollo positivo de dichas cualidades.
Retomando las dos últimas cualidades individuales, flexibilidad y rapidez, y destacando su importancia, podemos decir que las personas con flexibilidad tienen la posibilidad de cambiar los medios o vías de solución cuando estos resultan inadecuados, sin aferrarse a un plan mental prefijado, pues saben apreciar los cambios que exigen un planteamiento nuevo del problema y de la solución; mientras que en la rapidez encontramos, que es especialmente necesaria, cuando las personas se encuentran ante una situación en que la solución es inaplazable, teniendo en cuenta tomar decisiones convenientes y soluciones eficaces. Al explicar los nexos entre el pensamiento y el temperamento, se ha comprobado que en las personas predominantemente sanguíneas, se percibe una tendencia a la agilidad mental, siendo muy rápidos en la solución de los problemas, primando una elevada flexibilidad. Los predominantemente coléricos se comportan también con un ritmo psíquico rápido, pero con más rigidez que flexibilidad. Mientras que los predominantemente flemáticos, por lo general no son ingeniosos, actúan con lentitud, primando la rigidez. Y los predominantemente melancólicos, también tienen un ritmo psíquico lento y son categóricamente rígidos.
S. L. Rubinstein en los resultados de sus estudios sobre los vínculos del temperamento con las vivencias afectivas y la actividad, resalta la importancia de la expresión del temperamento a través de la impresionabilidad y la impulsividad. El refirió que la impresionabilidad tiene que ver con la susceptibilidad afectiva que poseen las personas para responder con mayor rapidez y facilidad o con más lentitud y dificultad a las influencias del medio, entonces se expresa en la fuerza y persistencia de las impresiones y en la rapidez de las reacciones afectivas.
Se sabe que del temperamento que posee el hombre dependen en cierta medida sus vivencias, las que pueden ser positivas, negativas, tranquilas, fuertes, débiles, etc.; por tanto, se van a encontrar personas que son muy sensibles afectivamente, proyectando una fuerte excitación emocional ante los estímulos que actúan sobre ellas, mientras que otras resultan más controladas. Existen aquellas en que las impresiones se conservan por más tiempo y en otras que resultan más volubles. También las hay que expresan estabilidad o inestabilidad en la euforia o la depresión, así como rapidez de animarse o sosegarse.
S. L. Rubinstein, añade, que el temperamento no sólo se manifiesta a través de la impresionabilidad en los fenómenos vinculados con los procesos de las vivencias afectivas; sino además, en ciertos aspectos relacionados con la impulsividad, es decir, en la fuerza de los impulsos, la rapidez de realización de un deseo, la tenacidad o persistencia con que se expresan los deseos en la acción y conservan su eficacia, y por el ritmo de las personas a la hora de ejecutar diferentes actividades. En la impulsividad expuesta en la acción, las necesidades que estimulan la actividad pueden actuar con más fuerza dinámica en algunos individuos más que en otros. Así encontramos personas más lentas en su actividad, y otras más activas y rápidas. En este sentido, se ha comprobado que la impulsividad al expresarse en la velocidad con que los deseos se materializan en la acción, se traduce fundamentalmente en conductas tales como: que para algunos individuos entre el surgimiento de un deseo y su realización efectiva, media por lo general, un lapso de tiempo prolongado; y en otros el impulso llega, por lo regular, a controlar la esfera motora de un modo casi inmediato.
Entonces la impulsividad como particularidad temperamental debe verse ligada estrechamente con la impresionabilidad, pues se sabe que el gradiente de excitabilidad emocional hasta cierto punto condiciona la expresión de las acciones.
De acuerdo a lo que se acaba de explicar, el autor refiere que el temperamento predominantemente sanguíneo se proyecta con una débil impresionabilidad y una gran impulsividad; el predominantemente colérico, se caracteriza por una fuerte impresionabilidad y una gran impulsividad; el predominantemente flemático, se distingue por la presencia de una débil impresionabilidad y muy escasa impulsividad; y el predominantemente melancólico, por una gran impresionabilidad y una escasa  impulsividad.
Ahora bien, si nos detenemos en dos de las categorías que A. V. Petrovski planteó dentro del conjunto de propiedades psicodinámicas de la estructura del temperamento, la reactividad y la actividad, su intención en la explicación no resulta exactamente igual a lo esbozado por S. L. Rubinstein con respecto a la impresionabilidad y la impulsividad; pero si resulta cierto, que ambos autores, enmarcan sus explicaciones sobre la dinámica de la vida afectiva y la dinámica de la acción de cada individuo; sin embargo, no es lo mismo impresionar que reaccionar, impulso que actividad, aunque existen muy estrechas y necesarias relaciones, pues son momentos de cada todo, del afectivo y de la acción.
Sobre estas propiedades del temperamento, A. V. Petrovski expone que la reactividad se basa en la fuerza con que las personas reaccionan emocionalmente a las influencias externas o internas; y la actividad como aquel grado de actividad (valga la redundancia) con que el hombre influye sobre el mundo circundante, superando los obstáculos externos e internos durante la consecución del fin. Además, este autor, aporta otra propiedad que tiene que ver directamente con estas anteriores, y es la de la correlación reactividad-actividad, donde se expone el grado mayor o menor de reactividad o actividad de acuerdo a las circunstancias externas o internas, casuales o intencionales. Ellas caracterizan las dominancias temperamentales de la siguiente forma: el temperamento predominantemente sanguíneo, se distingue por el equilibrio entre la elevada reactividad y la elevada actividad; mientras el predominantemente colérico, también presenta elevadas la reactividad y la actividad, pero la reactividad supera la actividad. En el caso del predominantemente flemático, es baja la reactividad y alta la actividad, por tanto la actividad supera a la reactividad. Y en el predominantemente melancólico, son bajas tanto la reactividad como la actividad, en relativa proporción.
La naturaleza impresionable, reactiva, impulsiva o activa del temperamento de una persona se puede controlar y organizar a través del funcionamiento de la actividad volitiva, la que constituye una forma especial, superior y desarrollada de la actividad voluntaria del hombre, caracterizada esta por la realización de esfuerzos para vencer obstáculos, tanto externos como internos, avalados estos por la reflexión y toma de decisión del sujeto.
Lo volitivo se instaura en el nivel de regulación psíquica que es la personalidad, específicamente en la regulación inductora, donde se consolidan y generalizan sus manifestaciones, conduciendo a la formación de las llamadas cualidades volitivas, entre las más representativas: la independencia, la decisión, la perseverancia y el autodominio, de las cuales se movilizan esfuerzos que coadyuvan por ejemplo, a superar la impulsividad y la excesiva expresión emocional en el proceso conductual conscientemente motivado.
Siempre la actividad volitiva regula la conducta del individuo en consonancia con aquellos objetivos significativos que se propone como ser consciente. El hombre frena la aparición de incitaciones y la ejecución de actos que no se corresponden con sus aspiraciones, ideales y valores, poniendo en marcha sus principales funciones: control y regulación de la conducta. En particular, la regulación de la conducta consiste no sólo en frenar y contener las incitaciones y acciones indeseables para la persona, sino que se manifiesta también cuando el hombre dirige su actividad por determinado cauce, aportando la energía necesaria para sus acciones. El proceso educativo del temperamento, así como de los procesos y formaciones psicológicas, requieren necesariamente de la participación de la voluntad, sin ella es imposible cualquier cambio. Son las cualidades volitivas las que instauran lo volitivo al nivel de regulación psíquica, pues se expresan en las formas en que la persona realiza las distintas actividades. De ahí que la perseverancia se caracteriza porque si bien la persona mantiene una alta insistencia durante toda la actuación que despliega encaminada al logro de sus objetivos, al mismo tiempo su insistencia no es rígida, no ocurre en detrimento de los cambios que pueden ocurrir en la situación en que se desenvuelve, sino que sostiene con energía su actuación, siendo capaz de percatarse cuándo tiene que modificar su actuación, incluso hasta llegar a tener que aplazar o renunciar a lo que hace después que pone en juego todos los recursos adecuados y posibles. Mientras la decisión distingue a la persona que se muestra segura de sí misma y de lo que hace, pues tiene iniciativa y con firmeza traza con claridad los derroteros y las formas de actuación, no padece de dudas injustificadas. Por otro lado, el autodominio, consiste en el hecho de que la persona tiene control sobre sí, posibilitando que gracias al esfuerzo volitivo pueda enfrentar y dominar distintas manifestaciones de su personalidad que podrían afectar su actuación. Y la independencia significa que la persona puede determinar su actuación a partir de sus propias motivaciones y conocimientos, es capaz de regular la conducta por sí mismo, tomando en consideración las circunstancias en que tiene que actuar y las influencias externas que inciden sobre ella, no ignora las opiniones de los demás, sino que las considera sometiéndolas a un proceso de análisis.

Relación del temperamento con las formaciones psicológicas generalizadoras.
Se esbozan algunas valoraciones fundamentales sobre la relación del temperamento con las formaciones psicológicas generalizadoras de la personalidad, el carácter y las capacidades. Es conocido, que con cualquier combinación de temperamentos se puede potenciar el desarrollo de rasgos y cualidades estructurales del carácter, así como de capacidades socialmente positivas, sólo resulta necesario que las personas con responsabilidades educativas dominen las peculiaridades funcionales de cada una de las propiedades implicadas en la estructura del temperamento de los sujetos con los cuales va a trabajar, seleccionando entonces las vías de adaptabilidad más apropiadas al contenido de las formaciones psicológicas mencionadas.
Comenzando por el carácter, hay que señalar que las formaciones motivacionales que lo integran no existen desvinculadas unas de otras, sino que conforman una estructura en la cual las motivaciones se organizan jerárquicamente atendiendo a la importancia que revisten para el sujeto. Es por ello, que el carácter está constituido por un sistema de formaciones motivacionales que definen la tendencia orientadora estable y peculiar de la personalidad del sujeto hacia diferentes esferas de actividad. Al analizar los vínculos del temperamento y el carácter hay que recordar que ambos tienen como base fisiológica el sistema nervioso. El temperamento, a su vez, es la base sensitiva del carácter, y aunque las características del temperamento subyacen a la estructura de las particularidades del carácter, no por ello lo predeterminan categóricamente. No obstante, la forma en que se expresa cada rasgo del carácter es diferente de acuerdo con la combinación temperamental que posee la persona. Las propiedades del temperamento pueden favorecer o no el desarrollo de los rasgos caracterológicos. Por eso, cuando las condiciones objetivas resultan adversas, la persona predominantemente melancólica más fácilmente asume una actitud de cobardía en comparación con el predominantemente colérico; por el contrario, en condiciones favorables, al predominantemente colérico le es más fácil asumir la actitud valiente con respecto al predominantemente melancólico. También pueden formarse sobre la base de la impulsividad, a través de la presencia o no de condiciones educativas, diferentes cualidades del carácter. Por eso, cuando es fuerte la impulsividad y no se ha aprendido a controlar los actos mediante la reflexión de las consecuencias, puede aparecer con regularidad el desenfreno, materializado en la costumbre de hablar sin rodeos, con un  matiz de considerable influjo afectivo; de lo contrario, cuando la impulsividad es sostenida y hay una labor educativa correspondiente, puede aparecer la capacidad de lograr los objetivos propuestos sin la presencia de la llamada indecisión.
Hay que tener claridad sobre el hecho, de que los rasgos del carácter se forman durante la vida del hombre por la influencia de múltiples factores socioculturales, no están determinados mecánicamente por el temperamento, ya que el mismo como formación psicológica es ante todo el resultado de la actividad práctica; sin embargo, se impone subrayar que el temperamento le imprime un dinamismo determinado a las cualidades del carácter y este al mismo tiempo influye en la forma en que se manifiesta el temperamento. De ahí que la explosividad del temperamento puede ser moderada por el carácter; especialmente cuando en la formación de los rasgos que implican una valoración de los demás se encuentran la cooperatividad, la sociabilidad y la solidaridad.
El carácter se manifiesta en la conducta volitiva, y viceversa, las cualidades de la voluntad se expresan en los rasgos del carácter, en aquellos aspectos que tiene que ver fundamentalmente con la fuerza, determinación, estabilidad, tenacidad y decisión. El carácter, como conjunto de formaciones motivacionales se forma a través de la actividad del proceso volitivo y se concretiza en los esfuerzos y actos volitivos propiamente.
Siguiendo sobre los vínculos entre el temperamento y las formaciones psicológicas, resulta importante señalar, que las propiedades temperamentales matizan el desarrollo y la manifestación de las capacidades. De ahí que resulte esencial, tener claridad sobre las capacidades entendidas como particularidades psicológicas de la personalidad que son condiciones para realizar con éxito una actividad dada.
En la base de una capacidad y sus cualidades compartidas incluso por distintas personas, pueden existir diferentes combinaciones temperamentales. El desarrollo de las capacidades puede contribuir al ajuste de determinado predominio temperamental, a atenuar o eliminar rasgos negativos del temperamento. Es por eso, que en dos profesores que desarrollan su capacidad pedagógica, el intercambio con estudiantes y profesores puede conducir a que el predominantemente colérico, aprenda a dominarse y el predominantemente flemático, aprenda a adaptarse con mayor rapidez a los diferentes grupos de estudiantes que atiende.
Se ha comprobado la existencia de propiedades psicodinámicas del temperamento que favorecen más el desarrollo de determinadas capacidades y al mismo tiempo son capaces de promover dificultades en la formación de otras. El temperamento predominantemente melancólico, por su gran sensibilidad favorece el desarrollo de las capacidades artísticas; sin embargo, puede dificultar el desarrollo de la actividad del piloto de aviación que requiere de rápidas reacciones. No obstante, es bueno aclarar, que hay personas eminentes en diferentes campos de la actividad humana donde se registran todos los tipos de predominios temperamentales, lo que obedece al hecho de que no se pueden catalogar temperamentos “buenos” o “malos”; al respecto, Fuentes Parra ha encontrado en numerosas poblaciones de diferentes profesiones y ocupaciones, diferentes mezclas temperamentales predominantes, que al parecer, responden a las exigencias psicodinámicas de la actividad en cuestión, por cuanto en su mayoría , las personas estudiadas, que desempeñan óptimamente esa función, presentan una tipicidad en su combinación temperamental; por ejemplo, en  los deportistas de Juegos con pelota predomina el temperamento sanguíneo y los que desarrollan actividades más sosegadas, como el Tiro deportivo y el Ajedrez, presentan el mayor porciento de flemáticos.



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