Autoras: Dra.C
Magaly E. Fuentes Parra
MSc. María E. Sánchez Acosta
RESUMEN
En este trabajo se
tratan argumentos teóricos sobre el descubrimiento y evolución en el estudio
del temperamento, su constitución, vínculos con algunos procesos y formaciones
de la personalidad, así como la utilidad práctica de su identificación para el
mejor desempeño cotidiano.
Palabras claves:
Temperamento, Personalidad, Actividad Nerviosa
Superior.
Antecedentes
Resulta fundamental
hacer una breve retrospectiva de aquellos resultados investigativos más
relevantes que han permitido llegar a los estudios que en estos momentos se
realizan con respecto a la temática del temperamento.
A
determinados científicos del mundo antiguo les atrajo la atención lo referente
a las diferencias que de manera constante distinguían el comportamiento de los
hombres, lo que permitía ubicarlos en diferentes tipos de grupos. De esta
manera, surge la primera teoría de los temperamentos, donde ha sido reconocido
como fundador el médico griego Hipócrates (460-377 a. n. e.), el que expone cuatro tipos
principales de temperamentos, a partir de toda una serie de estudios
sistemáticos sobre las conductas de los individuos, atribuyendo las diferencias
por la existencia de distintos humores o líquidos en el organismo, los cuales
determinaban según su predominio a cada uno de los tipos, los cuales por su
denominación siguen siendo reconocidos como clásicos en la literatura
contemporánea, y son ellos: el sanguíneo, el colérico, el flemático y el
melancólico.
Esta
teoría de Hipócrates recibió continuación y perfeccionamiento en la labor del
médico y anatomista romano Galeno (200-130
a. n. e.); el que fue capaz de hacer una clasificación de trece tipos de
temperamentos, aunque posteriormente los verdaderos detalles se redujeron y
concentraron en los cuatro primeramente planteados por Hipócrates.
La
teoría humoral planteada por estos médicos de la antigüedad, consideraba que
cada temperamento dependía de la combinación de líquidos en el organismo,
donde predominaba la sangre, el moco o
la bilis. En este sentido, el sanguíneo se caracterizaba por el
predominio de la sangre. En este tipo, encontramos sujetos que cambian con
facilidad sus intereses, costumbres, sus estados de ánimo pasan con rapidez a
otros de carácter diferente; en fin, son personas vivaces, ingeniosas y ágiles.
Por otro lado, el colérico se distingue por la cantidad de bilis
amarilla en el organismo, donde las emociones, sobre todo las negativas, se
expresan intensamente de forma impetuosa y con profundidad. Se caracterizan por
una voluntad fuerte, siendo irascibles, ágiles y decididos. Mientras el flemático
tiene mucho moco o flema en el organismo, son débiles en sus manifestaciones
emocionales, así como imperturbables y poco ágiles, pero con serenidad en la
actuación. Sus hábitos y costumbres son estables, presentando grandes
dificultades ante el cambio. Y por último, el melancólico donde
predomina la bilis negra. Cualquier fracaso los deprime y la tristeza con
facilidad se apodera de ellos. Sus vivencias son lentas pero profundas, son
soñadores, su actividad es lánguida y también lenta.
No
obstante, toda la teoría sobre las proporciones de los líquidos en el cuerpo,
como la entendieron Hipócrates, Galeno y sus seguidores, sólo tuvo un interés
histórico. Posteriormente, fueron apareciendo nuevos presupuestos y
comprobaciones teórico-prácticas que intentaban resolver los aspectos
relacionados con la estructura del temperamento, su determinación por otras
propiedades del individuo que hasta el momento no habían sido tratadas, y la
influencia que el temperamento tiene sobre la conducta.
En
este avance paulatino y cada vez más ajustado, aparece entre otros el enfoque
psicofisiológico del temperamento, el que se ha debido especialmente al
incremento y profundización de las investigaciones en este campo de acción,
determinando que la base funcional del temperamento está vinculada con la
neurodinámica del cerebro, donde se expresa la correlación neurodinámica entre
la corteza y el tronco cerebral. Esta dinámica del cerebro se dispone en
estrecha relación con el sistema endocrino, de ahí que fundamentalmente Pende,
Below y en parte Kretschmer, trataron de atribuir la influencia del sistema
endocrino a la actividad del temperamento. Es cierto que el sistema de
secreción interna pertenece a las condiciones que influyen en el temperamento,
por eso resulta errado el querer aislar el sistema endocrino del sistema
nervioso, cuando objetivamente existe una acción recíproca, pero la función
rectora corresponde al sistema nervioso.
La
teoría constitucional del temperamento es la que surge posteriormente a la
teoría de los humores, donde Kretschmer y Sheldon difunden la dependencia del
temperamento con respecto a la constitución general del organismo. Ellos
refieren que en la constitución física, la cual
tiene que ver con los índices que integran la estructura o complexión
física del cuerpo, es decir partes y tejidos del organismo, se le da un peso
importante a las particularidades hereditarias de la actividad de las
diferentes glándulas de secreción interna. Esta teoría exageró el papel de la
complexión física en el origen del temperamento, donde se expone la influencia
que la constitución física ejerce sobre el tipo de sistema nervioso y a su vez
sobre el temperamento. Es así que Kretschmer, Zigot y otros investigadores
introducen los conceptos de tipos constitucionales de personalidad, los
cuales están relacionados con un diferente grado de desarrollo de las placas
embrionarias. En esta dirección, Kretschmer mediante la observación de casos
patológicos derivó tres tipologías principales y una accesoria que son las
siguientes: el tipo pícnico-ciclotímico, el cual se caracteriza por una
notable expansión de la capacidad visceral, con tendencia a la acumulación de
tejido adiposo en el tronco y un débil desarrollo de las extremidades, son
personas que tienen inclinación a los cambios de humor hasta llegar a la
psicosis maníaco-depresiva; el tipo leptosómico o asténico, el
cual es alto, delgado, con musculatura escasa, hombros estrechos, tórax
alargado y también estrecho con un ángulo costal agudo, son personas
predispuestas a la esquizofrenia; el tipo atlético-viscoso, es robusto y
definido en el orden muscular, con disposición a la epilepsia; y el tipo
displásico, reúne numerosas variedades dismórficas y es menos individualizado.
Por otro lado, Sheldon propone una clasificación desvinculada de la
psicopatología, se basa en el estudio de sujetos normales, y en este particular
consideró tres tipos constitucionales: el tipo endomorfo o vicerotónico,
donde las personas presentan un cuerpo grueso, redondeado, con predominio del
tronco sobre las extremidades, debilidad esquelética y muscular, un fuerte
desarrollo de los órganos de la cavidad abdominal, caracterizándose su
comportamiento por la alegría de vivir, el ser bondadosas y sociables; mientras
que en el tipo mesomorfo o somatotónico, se van a concentrar personas
robustas, con buen desarrollo de la musculatura, presentando extremidades
largas y fuertes, donde la cintura escapular se expone con mayor potencia en
relación con las caderas, son aquellos individuos que desarrollan energía y
actividad; por último, el tipo ectomorfo o cerebrotónico, aquí se
encuentran aquellas personas que tienen una constitución delgada, la pelvis
y el tórax son planos, las extremidades son largas con respecto al tronco, el
rostro es entrante en relación a la frente, el sistema nervioso es fuerte y el
cerebro se presenta con elevada sensibilidad, inquietud y sobrecarga de su
mundo interno.
De
esta manera, Kretschmer y Sheldon quisieron dejar sentado, que a determinadas
propiedades del sistema nervioso y del temperamento le correspondían
particularidades individuales del metabolismo y de la actividad de las
glándulas de secreción interna. Sin embargo, se ha constatado con profundidad,
como teniendo un mismo tipo de constitución corporal se destacan diferentes
rasgos del temperamento que responden a distintos tipos de sistema nervioso. De
ahí, que a diferencia de los planteamientos de Kretschmer y Sheldon, se hace
necesario destacar el papel principal que desempeña en el origen del
temperamento el tipo general de sistema nervioso. Por tanto, el sistema
endocrino por sí solo no constituye la base anatomofisiológica del
temperamento, pero si se relacionan entre sí, es decir, el sistema endocrino y
el temperamento, lo cual se comprueba, sobre todo, al observar cómo al
producirse una alteración de la glándula tiroides, la hipófisis o el páncreas,
ocurre un predominio de la inhibición en la actividad y en la manifestación de
las funciones psíquicas, debilitándose la impresionabilidad y la impulsividad.
Ahora
bien, al afirmar que entre ambos sistemas, endocrino y nervioso existe un
relación recíproca, retomamos lo que L. Fernández Rius ha expuesto de una
manera muy clara en el siguiente planteamiento: “el temperamento se relaciona
esencialmente con la actividad nerviosa superior, pero las propiedades del
sistema nervioso se relacionan a su vez con las particularidades individuales
del metabolismo, los procesos bioquímicos, endocrinos y del organismo como un
todo. Es por ello que también puede decirse que las propiedades temperamentales
dependen indirectamente de la constitución del organismo a través del tipo de
sistema nervioso”.
Entre
los especialistas que jugaron un papel determinante para la comprensión del temperamento, estuvo
el gran fisiólogo ruso I. P. Pavlov, el que desarrolló la teoría neurológica de
los tipos de actividad nerviosa superior, considerando que las particularidades
de la dinámica en la conducta del individuo dependen de las diferencias
individuales en la actividad del sistema nervioso, que en fin de cuentas son
las distintas manifestaciones e interacciones de los procesos nerviosos de
excitación e inhibición. Se dio cuenta que estas particularidades en la
formación de los reflejos condicionados en los perros se asociaban a ciertas
cualidades del temperamento, presuponiendo de esta manera que las propiedades
del sistema nervioso están en la base del temperamento. Descubrió en este
sentido, tres propiedades de los procesos de excitación e inhibición que son:
la fuerza, el equilibrio y la movilidad, las que en diferentes combinaciones se
convierten en causas generales de las que depende el grupo de relaciones
recíprocas correspondientes a las características individuales de la actividad
reflejo condicionada, determinando cuatro tipos de actividad nerviosa superior,
que están presentes en la base de los tipos de temperamentos hipocráticos
retomados por I. P. Pavlov, de ahí que se refiriera a que al sanguíneo
le correspondía un sistema nervioso fuerte, equilibrado y móvil; al colérico
fuerte y desequilibrado; al flemático fuerte, equilibrado e inerte: y al
melancólico el sistema nervioso de carácter débil.
Este
eminente científico profundiza en sus estudios y precisa que atendiendo a la fuerza
de los procesos, el sistema nervioso se diferencia en ser fuerte y débil; según
el equilibrio, en fuertemente equilibrados y fuertemente
desequilibrados, es el balance o no entre la excitación y la inhibición; y por
su movilidad, se manifiestan en móviles e inertes, en la capacidad de
pasar de un proceso a otro. Además, expone la diferenciación entre las
categorías de genotipo y fenotipo; donde el genotipo se refiere a la
particularidad hereditaria del sistema nervioso, y el fenotipo a la
combinación de propiedades hereditarias y adquiridas que se expresan en la
actividad nerviosa. En tal sentido, el psicólogo y neurofisiólogo B. M. Teplov
y sus colaboradores continuando las investigaciones que inició I. P. Pavlov,
consideraron en años posteriores que las propiedades del sistema nervioso
debían entenderse como propiedades naturales y no necesariamente hereditarias,
ya que pueden ser el resultado del desarrollo intrauterino y/o de las
condiciones de desarrollo durante las primeras etapas de la vida, por tanto
desistieron de usar estos términos.
I. P. Pavlov apuntaba también, que las
propiedades del sistema nervioso y del temperamento no tienen porqué tener una
correspondencia directa, pues una propiedad del sistema nervioso (fuerza,
equilibrio o movilidad) puede expresarse de manera diferente en los distintos
temperamentos, y un mismo tipo de temperamento puede depender de las diferentes
formas de proyectarse las propiedades de la actividad nerviosa superior en cada
individuo.
También
I. P. Pavlov con respecto a las particularidades individuales de la psiquis y
la conducta reconoce dos niveles de análisis. El primero, llamado micronivel,
el cual trata acerca de las cualidades de los procesos de excitación
e inhibición de las células nerviosas que son: la fuerza, el equilibrio y la
movilidad. Por eso lo hallado en los experimentos sobre los reflejos
condicionados y las observaciones a la conducta de los perros condujo a afirmar
que los tipos de sistema nervioso vinculados a los temperamentos eran comunes para
el hombre y los animales (mamíferos superiores). En su clasificación, refiere
que al colérico le corresponde el tipo de sistema nervioso fuerte y
desequilibrado, siendo inclinado hacia la ira; mientras que el melancólico está
caracterizado por un sistema nervioso débil, que lo hace estar inclinado hacia
el miedo. El sanguíneo que es el fuerte, equilibrado y móvil, presenta
predominancia a las emociones positivas; sin embargo, el flemático, el cual es
fuerte, equilibrado e inerte, no manifiesta reacciones emocionales impetuosas.
El comprendió que el sendero que va desde los procesos nerviosos básicos hacia
la conducta realizable en el plano externo, se desarrolla por medio de la interacción de las macroestructuras,
que es el otro nivel, integrado por diferentes secciones cerebrales
especializadas, destacando que los tipos extremos de sistema nervioso son el
fuerte-desequilibrado y el débil, los que tienen que ver con las enfermedades
psíquicas, como es el caso de las neurosis, subrayando que en la neurosis
histérica predomina el componente emotivo, el cual está sustentado por las
funciones de los centros subcorticales, donde se expone un debilitado control
de la corteza cerebral, es por ello que la persona histérica no vive una vida
donde esté acentuado lo racional, sino lo emocional.
La
idea referida a los cuatro tipos de sistema nervioso y su analogía con los
cuatro tipos de temperamento fue desarrollada por I. P. Pavlov antes de que
madurara su doctrina del sistema
nervioso, es por eso que en sus últimos informes, deja esbozado el
planteamiento acerca de la posibilidad de otras variaciones en los tipos,
exponiendo que sólo la más cuidadosa y extensa observación puede comprobar la
existencia, frecuencia y significado de uno u otro complejo de características
básicas de los tipos de actividad nerviosa que efectivamente existen. Comparó
su tipología con la ya establecida acerca de los humores, haciendo corresponder
el tipo Vivaz con el Sanguíneo, el Irrefrenable con el Colérico, el Tranquilo
con el Flemático, y el Débil con el Melancólico. Esta comparación y las propias
tipologías establecidas por I. P. Pavlov han sido criticadas en estudios
posteriores, ya que no se avienen enteramente con la realidad. Pero es
innegable, el valor que en esencia tienen los criterios que este autor aportó
sobre las características acerca de la fuerza, el equilibrio y la movilidad de
los procesos nerviosos así como su concepción sobre la actividad nerviosa
superior, demostrando que las características de la actividad nerviosa superior
se reflejan en el temperamento y contribuyen a su determinación.
Continuando
hacia los estudios de la psicofisiología diferencial, y destacando los estudios
de los científicos B. M. Teplov y V. D. Nebilitsin, los que planteaban que se
debía hablar más bien no de tipos, sino de propiedades del sistema nervioso que
distinguen a una u otra individualidad, añadiendo que las propiedades básicas
son la fuerza y la movilidad de los procesos nerviosos, mientras que el
equilibrio es secundaria, porque precisamente trata sobre el equilibrio en la
fuerza o en la movilidad, por ello si en un individuo dado no se conocen la
fuerza y la movilidad de los procesos nerviosos, es imposible hablar de
equilibrio o desequilibrio en su sistema nervioso. Fue específicamente N. D.
Nebilitsin el que introdujo el concepto de las propiedades generales del
sistema nervioso, en las que distinguió dos parámetros principales, la actividad
y la emocionabilidad. La base de la actividad se sustenta en las
particularidades que resultan de la interacción entre la formación reticular
activadora del tronco medular y las secciones anteriores de neocorteza,
mientras que la emocionabilidad está condicionada por las peculiaridades
de la interacción de las secciones anteriores de neocorteza con las formaciones
del sistema límbico cerebral.
También
B. M. Teplov y V. D. Nebilitsin expusieron en su teoría las tendencias o
inclinaciones de los diferentes tipos de temperamento a la hora de reaccionar,
por ello el colérico es movido en sus acciones por las emociones de ira,
furia, agresividad. El melancólico, todo lo contrario, su inclinación es
a la defensa y protección matizada por emociones de miedo, inseguridad y
confusión. El sanguíneo, se presenta con fuerte motivación, ávido de
saber y abierto al medio, vivenciando emociones positivas con mayor frecuencia
que otros. Y el flemático, a pesar de su indiferencia emocional, tiende
a emociones positivas.
Desde
otra mirada, H. J. Eysenck y J. Gray acuden también a los fundamentos
morfofuncionales de las tipologías temperamentales humanas. Particularmente, H.
J. Eysenck, en su enfoque factorialista sobre la teoría del temperamento a
partir de los tipos clásicos de sistemas nerviosos abordados por I. P. Pavlov,
se orienta hacia el estudio de los aspectos dinámicos y afectivos de la
personalidad, trabajando en tres dimensiones. Realmente profundiza en las dimensiones de extroversión-introversión y
estabilidad emocional-neuroticismo; no siendo así con la dimensión de psicoticismo,
la cual se ha concebido como el polo opuesto al seguimiento estable de las
normas sociales. Los extrovertidos aprecian altamente la vida activa, enérgica;
los introvertidos la libertad y la consideración a sí mismos; y los neuróticos,
la armonía interna sin preocuparse mucho por el éxito externo.
El
propio H. J. Eysenck distingue al extrovertido como aquel individuo
abierto, activo, sociable, locuaz, en tanto el introvertido como
reservado, pasivo y poco sociable. El extrovertido inestable,
emocionalmente corresponde al temperamento colérico; el extrovertido estable
al sanguíneo; el introvertido inestable al melancólico y el introvertido
estable al flemático. También considera que la tendencia a la extroversión
está dada por la fuerza de los procesos de excitación e inhibición, mientras
que la debilidad de estos procesos se vincula con la tendencia a la
introversión.
V. S.
Merlin, V. G. Norakidze y H. J. Eysenck brindaron otras características acerca
de la dimensión introversión-extroversión, las que consistieron en destacar a
los introvertidos como aquellos que perciben los fenómenos del medio en forma
más subjetiva que los extrovertidos; asimismo exponen que la adaptación de los
introvertidos con respecto al medio ambiente se orienta a la activación del
nivel intelectual, mientras que los extrovertidos activan la conducta. Añaden,
que el nivel de autocontrol y de capacidad regulativa de los estados psíquicos
es mucho más elevado en los introvertidos que en los extrovertidos.
H. J.
Eysenck define la dimensión del neuroticismo como aquella inestabilidad
emocional que se manifiesta en la conducta del individuo con una excesiva
reactividad. En tal sentido. L. I. Antsiférova planteó que cuando hay bajo
neuroticismo las personas se comportan con fuerza de voluntad, disposición,
perseverancia, confianza, iniciativa, organización, sociabilidad y estabilidad
emocional; sin embargo, cuando el neuroticismo es alto se presenta una
inclinación a la incapacidad hacia el esfuerzo volitivo, hay bajo autocontrol,
existe sugestionabilidad, pobre sociabilidad e inestabilidad emocional.
J.
Gray precisa que la ansiedad comparte características del neuroticismo y la
introversión. El ansioso reúne aspectos tanto de la personalidad neurótica como
de la personalidad introvertida. El aspecto principal es su sensibilidad o
susceptibilidad al castigo, lo que conduce a que el ansioso aprenda rápidamente
en situaciones de estimulación aversiva o cuando hay miedo al castigo. Expone
que la impulsividad se relaciona con la extroversión y ciertos aspectos de la
conducta impulsiva. El impulsivo se distingue por la susceptibilidad al
refuerzo, de esta manera aprende más y se activa más en situaciones en las que
hay recompensa. Además comprueba que los extrovertidos son más sensibles a la
recompensa y los introvertidos al castigo. Estas características tienen
relación con el parámetro de actividad planteado por V. D. Nebilitsin.
La
diferencia esencial de los planteamientos de J. Gray con respecto a la teoría
de H. J. Eysenck, es que este último expone que el introvertido aprende más y
recuerda mejor que el extrovertido en todas las situaciones, mientras que para
J. Gray es el carácter aversivo o apetitivo de la situación el que determina
que sea de un tipo u otro el que aprende más. Los introvertidos aprenderán más
rápidamente y recordarán la información durante más tiempo cuando la tarea
incluye una estimulación aversiva. Por el contrario, el refuerzo positivo
facilitará la adquisición y retención en los extrovertidos.
No
obstante, resulta interesante la precisión que realizó H. J. Eysenck acerca de
que la personalidad de alta nerviosidad se caracteriza por ser emocionalmente
inestable, propensa a la ira, inquieta y preocupada, con excesiva reactividad
emocional, con una reacción en forma de espera alarmante y falta de deseo de
hacer caso a las observaciones de otras personas, oponiéndose de esta forma a
la personalidad emocionalmente estable. De esta manera, está señalando que el
neuroticismo está muy próximo al parámetro de la emocionabilidad
planteado por ese científico de la psicofisiología diferencial que fue V.
D. Nebilitsin.
H. J.
Eysenck y J. Gray elaboraron conocidas hipótesis sobre el nivel de activación
alto de los introvertidos en relación con los extrovertidos. Esto implicaría
que en los extrovertidos cualquier aumento del nivel de activación podría
desorganizar los rendimientos con mayor facilidad que en los introvertidos, los
cuales necesitarían incrementar mucho la activación para llegar al óptimo.
Siguiendo
sobre la base biológica del temperamento, hay que reconocer que B. M. Teplov,
V. D. Nebilitsin, N. E. Vvedienski y otros importantes investigadores se
convirtieron en seguidores de los trabajos I. P. Pavlov, conduciendo a una
labor experimental y teórica más sistemática, exponiendo y profundizando sobre
las categorías de dinamismo y labilidad del sistema nervioso y actualizando
especialmente los requerimientos biológicos del temperamento. El dinamismo
se concibió como aquella propiedad del sistema nervioso referida a la inherente
agilidad y velocidad de generación de los procesos de excitación o inhibición,
y la labilidad como la facultad nerviosa que se caracteriza por la
aparición y extinción rápida del proceso nervioso, sin estar ligado a la
movilidad. La tarea no consistía precisamente en conservar la teoría de I. P.
Pavlov sobre los tipos de actividad nerviosa superior, sino de desarrollarla
desde una perspectiva que enriqueciera cada vez más el ajuste del
comportamiento humano.
Los
estudios de los tipos de sistema nervioso en el hombre han revelado, como lo
hizo I. P. Pavlov en animales, que las particularidades psicológicas del
temperamento están relacionadas no con algunas propiedades aisladas del sistema
nervioso sino con sus combinaciones, por eso se afirma que el tipo de sistema
nervioso es la base fisiológica del temperamento.
B. M.
Teplov y su escuela, explicaron de una manera muy convincente porqué en el
proceso de evolución se ha conservado el llamado tipo débil, de ahí que si el
tipo fuerte presenta una alta estabilidad en circunstancias extremas, entonces
la sensibilidad elevada del tipo débil representa una cualidad no menos valiosa
en otras condiciones en que se requiere una aptitud para una distinción rápida
y acertada de las señales externas. Es así que los experimentos han demostrado,
que los representantes de diversos tipos de sistema nervioso resuelven las
mismas tareas con igual éxito, pero cada uno de ellos se vale del proceder
particular de su táctica.
Las
propiedades del sistema nervioso tienen una gran importancia y significación
para la psicología de la personalidad, sin considerarlas como predeterminantes
para los tipos de conductas; muy por el contrario, orientadas en la dirección
de crear las condiciones para facilitar unos comportamientos y también porque
no, para dificultar otros. De manera gradual, en la profundización de los
estudios, se ha hecho menos frecuente el intento por encasillar a las personas
en un tipo u otro de temperamento de los cuatro clásicos, ya que las búsquedas
se dirigen al detalle de las propiedades del sistema nervioso con las
correspondientes combinaciones más características de las manifestaciones
psicodinámicas que están implicadas en la estructura temperamental.
Antes
de concluir esta parte, se impone plantear que en la integridad de estudios
realizados se han tratado tipologías psicológicas desvinculadas del componente
fisiológico de la personalidad, como son: los trabajos de W. James, C. G. Jung,
H. Rorschach, F. Heidbreder y R. B. Cattell entre otros.
Es así
que W. James, en los inicios del siglo pasado, hiciera planteamientos sobre la
diferencia que existía entre los individuos de mente resistente y los de
mente sensible, por ello resumió que los tough-minded, son los
que miran hacia afuera y los tender-minded, los que miran hacia adentro.
Posteriormente
a W. James, en el año 1925, aparece la tipología expuesta por C. G. Jung cuando
en los estudios de personalidad elabora un test para medir las características
de la extroversión-introversión, considerando de esta manera las siguientes
características: en el tipo extrovertido, se encuentra a aquel individuo
directamente orientado a la realidad objetiva, donde busca la aprobación social
y es sociable, regido por lo práctico y lo necesario, ama la actividad, el
cambio y la variedad, de ahí que se adapta fácilmente a situaciones nuevas, la
vida afectiva no está finamente moldeada, es por eso que sus emociones son poco
profundas y fáciles de suscitar, ya que no tienen muchas inhibiciones, posee
una autocrítica débil y la psiconeurosis típica es la histérica. El tipo
introvertido, es prácticamente opuesto al extrovertido, su principal
interés está en el mundo subjetivo, se orienta hacia los principios absolutos,
por tanto es rígido e inflexible, con delicadeza de sentimientos, es inclinado
al análisis de sí mismo y a la crítica, la psiconeurosis típica es la de
ansiedad. En tal sentido, el propio autor, entendió como causa principal de las
diferencias temperamentales, las tendencias extrovertida e introvertida de la
libido; es decir, la tendencia de las energías intrínsecas al dirigirse
fundamentalmente el sujeto al mundo exterior de los objetos o hacia sus propios
estados mentales internos. Consideró que la extroversión y la introversión son
dos actitudes u orientaciones de la personalidad que se expresan a través de
cuatro funciones subsidiarias: de pensamiento, sentimiento, sensación e
intuición. Las dos primeras, pensamiento y sentimiento son racionales porque
utilizan la razón, el juicio, la abstracción y la generalización; mientras que
las dos restantes, sensación e intuición se consideran irracionales. Busca la
función predominante en cada tipo, extrovertido e introvertido.
Por
otro lado, la tipología de H. Rorschach estuvo influida por la de C. G. Jung,
reflejándose en la base del test proyectivo que elabora en 1921, donde
determinó que el tipo extratensivo se corresponde con el extrovertido,
el tipo intratensivo se aviene al introvertido, mientras el tipo coartado
tiene que ver con la debilidad de la energía y la falta de orientación hacia el
mundo exterior o hacia la vida interior.
Ya en
1926, F. Heidbreder es el que realiza el primer test de una sola
característica, reuniendo en una escala variadas expresiones de la
extroversión-introversión. Cada persona se calificaba a sí mismo sobre la base
de diferentes ítems, cuanto más predominan las calificaciones positivas más
introvertido es el individuo, mientras más predominan las calificaciones
negativas más extrovertido es.
Y en
el año l946, R. B. Cattell planteó en una lista de características primarias de
la personalidad, algunas que se encontraban relacionadas con la
extroversión-introversión, considerando de esta manera las siguientes: madurez
emocional, emotividad, sensibilidad e hipersensibilidad, benevolencia, audacia,
neuroastenia, ciclotimia y ciclotimia de exaltación.
Ahora,
resulta oportuno destacar los planteamientos que se derivan de los estudios
acerca de la personalidad, su configuración y desarrollo realizados por la
Psicología Humanista, donde se encuentra como máximo exponente G. Allport. En
ella existe el criterio de que el tema del temperamento es aún limitado, que se
requiere de una profundización en genética humana, bioquímica, endocrinología,
neurología y antropología física. Se reconoce una condicionalidad del
temperamento sobre la personalidad, así como los intentos de análisis acerca de
las dimensiones básicas del temperamento sin llegar a un acuerdo dado. No
obstante, se presenta una definición de temperamento, donde se toma en cuenta,
el uso más apropiado y corriente en el orden psicológico. Para ellos “el
temperamento está referido a los fenómenos característicos de la naturaleza
emocional de un individuo, incluyendo la susceptibilidad a la estimulación
emocional, la fuerza y velocidad con que acostumbran a producirse las respuestas,
su estado de humor preponderante y todas las peculiaridades de su intensidad y
fluctuación, considerándose dichos fenómenos como dependientes en gran parte de
la estructura constitucional y predominantemente hereditaria”. Esta definición
no implica que el temperamento sea inmutable, por el contrario, contempla la
posibilidad que tiene de variar dentro de determinados límites a causa de
diferentes influencias de tipo médicas, quirúrgicas y nutritivas, o por la
acción del aprendizaje y las experiencias que tienen lugar en el curso de la
vida. Por tanto, el temperamento puede modificarse en la medida que se
desarrolla la personalidad, sin olvidar la existencia de niveles
constitucionales, químicos, metabólicos y nerviosos que le imprimen un sello
característico a cada individuo.
Por
último, se impone desatacar el hecho de que a partir de los años 20 del siglo
pasado se confeccionan muchas pruebas acerca del temperamento propiamente o del
temperamento incluido en estudios integrales de personalidad, con vistas a
realizar evaluaciones y diagnósticos con fines clínicos o para profundizar
acerca de la personalidad sana, sobre ello estaremos haciendo referencia en el
capítulo II.
Desde
los años 80 del siglo pasado hasta nuestros días, los estudios psicofisiológicos
acerca del temperamento han logrado estabilizar las propiedades del sistema
nervioso que se conciben como base fisiológica del temperamento, en este
sentido se habla de la fuerza, el equilibrio, la movilidad, el dinamismo y la
labilidad.
La
psicología diferencial simultáneamente al estudio de las propiedades del
sistema nervioso investigó sobre las características psicológicas individuales
del temperamento, las que recibieron el nombre de dinámico-formales, o de
acuerdo con la terminología de V. S. Merlin, propiedades psicodinámicas. La
psicofisiología diferencial ha tenido como objetivo principal el correlacionar
las propiedades del sistema nervioso con las propiedades psicológicas del
temperamento.
Propiedades del sistema
nervioso.
La
fuerza, el equilibrio, la movilidad, el dinamismo y la labilidad de los
procesos de excitación e inhibición en la actividad nerviosa superior es a lo
que se les denominan propiedades del sistema nervioso.
A
continuación se exponen los aspectos esenciales que distinguen a cada una de
estas propiedades del sistema nervioso, así como de algunas manifestaciones de
tipo conductual.
Fuerza: Se caracteriza por determinada capacidad
de trabajo, resistencia y estabilidad a la acción de un excitador
extremadamente fuerte o monótono; es decir, que se distingue por soportar una
fuerte excitación o inhibición por un largo o un breve período de tiempo, donde
hay resistencia hacia la alta carga de estimulación. Un sistema nervioso fuerte
es capaz de reaccionar adecuadamente a los estímulos. Sin embargo, las personas
con un sistema nervioso débil, ante los excitadores fuertes o monótonos
disminuyen rápidamente su capacidad de trabajo, reaccionando a estímulos de una
fuerza muy baja, y con frecuencia, se distinguen por una insuficiente estabilidad
a la interferencia. En este caso, los estímulos fuertes sobrepasan el límite de
la capacidad de trabajo y provocan una inhibición supramaximal.
Manifestaciones
Fuerza:
·
Alta capacidad de trabajo.
·
Resistencia a las excitaciones
fuertes y/o prolongadas sin que disminuya la
capacidad
de trabajo.
·
Reacción ante estímulos intensos
sin que aparezca la fatiga psíquica.
Debilidad:
·
Manifestaciones de ansiedad por la
incapacidad de mantenerse por mucho
tiempo
en una misma actividad.
·
Fatiga nerviosa al elevarse la
carga de trabajo intelectual.
·
Baja capacidad para asimilar el
estrés.
Equilibrio: Grado de correspondencia y balance entre las
fuerzas de la excitación e inhibición que se expresa en la rapidez con que se
forman las conexiones nerviosas provisionales y el desarrollo de la inhibición.
La predominancia de uno u otro proceso nervioso es cuando se produce el
desequilibrio. Cuando el proceso de inhibición está por encima del proceso de
excitación aparece una aceleración negativa de las conexiones nerviosas, que
conduce a su rápida extinción. Cuanto más próximos están los procesos al
equilibrio, tanto más estable es la persona en su comportamiento y en sus reacciones
sobre la realidad. Cuando la persona se aleja del equilibrio, tiende a la
excitabilidad que puede llegar a ser extrema o de lo contrario a ser
fácilmente contenible.
Manifestaciones
Equilibrio:
·
Estabilidad del comportamiento.
·
Fácil concentración de la
atención.
·
Autocontrol en las reacciones
afectivas.
Desequilibrio
por excitación:
·
Tendencia a la pérdida del control
sobre el comportamiento.
·
Valoraciones precipitadas y
decisiones incorrectas.
·
Si no rebasa el límite máximo de
excitación es favorable para la
utilización de la máxima carga de energía.
·
Aparición de la torpeza en los
movimientos.
Desequilibrio
por inhibición:
·
Freno paulatino de la actividad.
·
Reacción retardada ante un
estímulo.
·
Bloqueo de la reacción.
Movilidad:
Capacidad de transitar con rapidez y facilidad de
la excitación a la inhibición, y viceversa. Es la rapidez del proceso nervioso
en respuesta a una estimulación o para formar conexiones condicionadas. Se
refleja en las características de la velocidad de surgimiento del movimiento y
la terminación de los procesos nerviosos, actuando sobre la renovación de las
estructuras nerviosas y la reformación en el proceso de actividad; es decir,
que de la movilidad depende la capacidad de producir. Los inertes, por tanto
son personas lentas en el tránsito de un proceso nervioso a otro, alcanzando en
un tiempo relativamente largo la capacidad de trabajo.
Manifestaciones
Movilidad:
·
Rápida captación de la
información, procesamiento, toma de decisión y
respuesta.
·
Rápida formación y transformación
de las conexiones nerviosas temporales.
·
Rápido cambio del foco de
atención.
·
Facilidad para la adaptación a
nuevas condiciones de actividad.
·
Inercia:
·
Paciencia en situaciones de
espera.
·
Lentitud para lograr la
concentración o desconcentración de la atención.
·
Lentitud en los movimientos.
Dinamismo:
Determina las particularidades individuales de la rapidez y facilidad en la
formación de los estereotipos dinámicos y la adaptación a las nuevas
circunstancias. Cuanto mejor esté desarrollada esta propiedad más rápido
ocurre la asimilación de los hábitos y su estabilidad; de ahí que cuanto peor
esté desarrollada, más lento ocurre el proceso de aprendizaje. Esta propiedad
está referida a la dinámica de los procesos nerviosos.
Manifestaciones
Dinamismo:
·
Rapidez en la formación de
habilidades y hábitos generales y especiales.
·
Rapidez para captar, procesar y
aplicar los nuevos conocimientos,
habilidades y hábitos.
·
Rapidez para procesar y elaborar
la información, con vistas a la
solución
de nuevos problemas.
Poco
dinamismo:
·
Lentitud en el proceso de
aprendizaje.
·
Reacción retardada ante un
estímulo repentino.
·
Lentitud ante la necesidad de dar
una respuesta rápida.
Labilidad: Determina la rapidez de aparición e interrupción de los procesos de
excitación e inhibición. Se refiere a la velocidad de percepción de la
información así como de la ejecución de una actividad, a la rapidez de reacción
simple, en particular a la de los movimientos estereotipados.
Manifestaciones:
·
Rapidez de los movimientos
estereotipados.
·
Rapidez de reacción a un estímulo
único.
·
Respuesta rápida que no exige
elección de acciones.
·
Reacción rápida sólo cuando ya
existe estereotipo dinámico.
Es
evidente en los resultados acumulados, tanto de las investigaciones de I. P.
Pavlov como las de todo un gran grupo de especialistas posteriores, que las
propiedades del sistema nervioso y sus múltiples combinaciones, desempeñan un
papel significativo en las particularidades temperamentales, de esto se deriva,
que el conocimiento de dichas propiedades del sistema nervioso y por supuesto
del temperamento, resultan una necesidad básica a tomar en consideración con vistas
a preparar un personal cada vez más competente en el desenvolvimiento de las
profesiones, oficios y tareas que exigen de un comportamiento particular de la
dinámica neuropsíquica. En el caso del marco pedagógico, entre otras
expresiones conductuales por las cuales deben velar y trabajar los
profesionales que dirigen este proceso es sobre el buen control de las
reacciones emocionales de sus discípulos, de promover en ellos una alta
capacidad de trabajo, así como de resistencia a estímulos fuertes y/o prolongados.
No obstante, es justo aclarar, que aún existen limitaciones en los estudios
fisiológicos y bioquímicos del sistema nervioso, pero se ha avanzado de manera
considerable como para que en estos momentos se pueda realizar una labor
significativa sobre la actividad del temperamento.
Propiedades
del Sistema Nervioso en los Tipos Clásicos de Temperamento.
propiedades
del sistema nervioso
TEMPERAMENTO
Y TIPO DE SISTEMA NERVIOSO.
|
EQUILIBRIO
|
FUERZA
|
MOVILIDAD
|
DINAMISMO
|
LABILIDAD
|
Sanguíneo (vivo)
|
Equilibrado
|
Fuerte
|
Móvil
|
Dinámico
|
Lábil
|
Colérico (irrefrenable)
|
Desequilibrado
|
Fuerte
|
Móvil
|
Dinámico
|
Lábil
|
Flemático (sosegado)
|
Equilibrado
|
Fuerte
|
Inerte
|
Poco dinámico.
|
Poco
lábil.
|
Melancólico (débil)
|
Desequilibrado
|
Débil
|
Inerte
|
Poco dinámico.
|
Poco
lábil
|
I.P. Pavlov (Versión Fuentes Parra)
Cuando
se explica el temperamento, se toman en consideración las propiedades del
sistema nervioso que existen como base fisiológica del mismo. La actividad
nerviosa superior es un fuerte componente biológico, donde los procesos de
excitación e inhibición interactúan de manera especial brindando un sello
específico en cada persona. Al mismo
tiempo, el contenido psicológico del temperamento se relaciona con otras
propiedades que son de carácter psíquico y que corresponden a su estructura,
estando mediatizadas por las condiciones de vida y de educación, así como por
el propio desarrollo de la personalidad.
Al
observar el temperamento de quienes nos rodean encontramos diferencias y también
similitudes. Estas valoraciones no se explican por una particularidad
temperamental aislada, sino por una singular combinación de propiedades, las
cuales conforman una organización estructural. La relación mutua entre las
diversas propiedades psicológicas hace aparecer un sello cualitativamente
peculiar del temperamento en cada persona. Por eso, desde las primeras etapas
del desarrollo de la personalidad, la educación condiciona al más alto nivel la
evolución del temperamento, ya que las propiedades biológicas se manifiestan
aún de manera muy insipiente.
Propiedades psicodinámicas del
temperamento.
Las propiedades
psicodinámicas del temperamento se definen como características
individuales de la psiquis humana, donde se refleja el aspecto dinámico y no el
contenido de la actividad psíquica, siendo relativamente constantes
independientemente de los contenidos, motivos y objetivos de la actividad,
reflejando así las tendencias internas que proporcionan las características
procesales de la conducta individual, entre las que son manifiestas la
velocidad, el ritmo, la intensidad y la prolongación de los procesos psíquicos.
Se
determina por las siguientes propiedades psicológicas, exponiéndose algunas de
sus características fundamentales y manifestaciones conductuales.
Excitabilidad
de la atención: Trata acerca de la alta o débil
excitabilidad de la orientación de la atención. Cuanto menor es el grado de
novedad del estímulo que atrae la atención, más excitable es esta en la
persona, y viceversa. Se encuentran características relacionadas con la
adecuada o deficiente concentración, distribución, cambio y estabilidad de la
atención. La excitabilidad de la atención, se manifiesta en la facilidad con
que la persona es atraída por estímulos externos insignificantes, donde logra tener una orientación más sutil y
detallada en nuevas circunstancias, pero al mismo tiempo se distrae mucho con
señales ajenas, y propicia una mejor resistencia a la acción continua de los
estímulos.
Manifestaciones
·
Capacidad para concentrarse y
desconcentrarse.
·
Orientación exacta y detallada
hacia el objeto de atención que
actúa
en circunstancias novedosas.
·
Favorece la resistencia a la
acción continua de los estímulos.
Sensibilidad: Es la magnitud de las fuerzas exteriores
necesarias para provocar cualquier reacción psíquica en el hombre, así como la
velocidad que tenga dicha reacción. Tiene que ver con los umbrales inferiores
de las sensaciones, y el menor grado de satisfacción o insatisfacción de las
necesidades.
Manifestaciones
·
La gran sensibilidad promueve la
tendencia a que los factores
perturbadores
afecten la conducta.
·
Si el nivel de sensibilidad no
rebasa el límite de la excitación necesaria
para una
adecuada estimulación, resultará beneficiosa para actividades que
requieren de
esta propiedad.
·
Si rebasa el límite de la
excitación necesaria se puede producir un desajuste
del
comportamiento.
Reactividad: Es la fuerza de las
vivencias afectivas con que las personas reaccionan a las influencias externas
e internas. Desempeña un papel positivo cuando es necesario emplear una gran
energía para lograr un fin de mucha importancia; sin embargo, cuando es
necesario inhibir una acción, la efectividad de la misma puede tener una
trascendencia negativa, de ahí que la reactividad hay que saberla controlar.
Manifestaciones
·
Presencia de vivencias emocionales
y reacciones de carácter muy intensas e
impetuosas ante el éxito y el fracaso.
·
Las peculiaridades de la ansiedad
van a estar en dependencia de la
intensidad y la duración de las situaciones
estresantes.
·
El desempeño de las diferentes
vivencias está muy vinculado con el
desarrollo de la personalidad.
Actividad: Es el grado de energía y rapidez con que el
individuo actúa sobre el mundo circundante y vence los obstáculos externos e
internos para obtener los fines.
S. L.
Rubinstein, refiere al respecto, que es
la impulsividad la encargada de la fuerza de los impulsos, la velocidad con que
se apodera de la esfera motriz pasando a la acción, así como por la tenacidad
con que conserva su eficacia. La impulsividad caracteriza también el desarrollo
de los procesos intelectuales que la median y la controlan. Mediante la
impulsividad, el temperamento está vinculado con el proceso volitivo, con la
fuerza dinámica de las necesidades que estimulan la actividad, así con la
velocidad de transición de los impulsos a la actuación.
Manifestaciones
·
Aumento de la capacidad de
trabajo, pudiendo laborar largo rato sin cansarse.
·
Disminución de la capacidad de
trabajo con facilidad para la fatiga.
·
La poca o mucha energía que se
dispone para cumplir con las tareas
orientadas, se materializa en la fuerza,
ritmo y rapidez de las acciones.
Correlación reactividad-actividad: Es el grado mayor o menor de relación entre la reactividad y la
actividad de acuerdo a las circunstancias externas o internas, casuales o
intencionales.
Manifestaciones
·
El equilibrio entre la reactividad
y la actividad se refleja en la organización y armonía expresiva de las
vivencias afectivas, así como en las reacciones involuntarias.
·
El desequilibrio entre la
reactividad y la actividad a favor de la reactividad,
se observa en la inquietud y el desenfreno.
·
El desequilibrio a favor de la
actividad, se materializa en la ecuanimidad y
el autodominio.
Ritmo
psíquico: Es la
dinámica que caracteriza la actividad psicológica, la cual depende del
contenido y las condiciones de la actividad, así como de la relación de la
persona con lo que hace. Se expresa en la mayor o menor rapidez con que
transcurren los diferentes procesos, formaciones y reacciones psíquicas. Se
refiere precisamente al dinamismo psíquico.
Manifestaciones
·
Rapidez de los movimientos
corporales, del ritmo del lenguaje, de la memorización, de las posibilidades de
concentración y de la actividad intelectual.
·
Lentitud de los movimientos
corporales, del lenguaje, de la memorización, de la concentración con facilidad
para la distracción, y de la actividad pensante.
·
Rapidez o lentitud en la
adaptación a las nuevas situaciones.
Resistencia: Se refiere a la capacidad de soportar
influencias externas desfavorables, que se expresan en forma de vivencias
negativas de tipo emocional, tensional que por su potencia frenan la actividad
del hombre.
Manifestaciones
Alta
resistencia:
·
Resistencia al estrés.
·
Estabilidad en el nivel de
funcionamiento de la actividad durante
las fuertes tensiones nerviosas.
·
Concentración de la atención aún
cuando hay estímulos colaterales
que
actúan de manera constante.
Baja
resistencia:
·
Susceptibilidad al estrés.
·
Disminución del nivel funcional de
la actividad ante estímulos fuertes
y/o prolongados debido a una alta tensión
nerviosa.
·
Dispersión de la atención por
estímulos colaterales constantes.
Plasticidad-rigidez:
Son propiedades opuestas. Se trata acerca de
la facilidad (plasticidad) o
dificultad (rigidez)
del
hombre para adaptarse a las influencias externas cambiantes.
Manifestaciones
Plasticidad:
·
Domina la comprensión.
·
Fácil la adaptación a los cambios
de situaciones.
·
Analítico.
Rigidez:
·
Domina el esquematismo.
·
Dificultades en la adaptación a
los cambios de situaciones.
·
Poca reflexión.
Extroversión-introversión: También son
propiedades opuestas. Por ello en los extrovertidos las reacciones y la
actividad del hombre dependen especialmente de las impresiones externas,
mientras que en los introvertidos las imágenes y las representaciones están
vinculadas con el pasado y el futuro.
Manifestaciones
Extroversión:
·
Comunicativo.
·
Sociable.
·
Expresivo a través de la mímica y
los gestos.
Introversión:
·
Reservado.
·
Poco sociable.
·
Baja expresividad.
Manifestaciones
conductuales de las propiedades psicodinámicas en los tipos de temperamento.
En
cada hombre no se expresa un solo tipo de temperamento, sino una combinación de
los existentes que pautan la tendencia predominante. No existen tipos de
temperamentos puramente buenos o malos, cada uno es positivo en unas
condiciones y negativo en otras. Al colérico le es más fácil que al flemático
elaborar la rapidez y energía de las acciones; en cambio, en el flemático es
más fácil que en el colérico elaborar la entereza y la serenidad. En
determinadas condiciones, el temperamento predominantemente sanguíneo puede
conducir al sujeto a estar desperdigado, mientras el flemático puede
condicionar cierta pereza e indiferencia hacia el medio ambiente. También
sucede, que el temperamento colérico puede influir a hacer al individuo brusco,
violento, y el melancólico puede elaborarse la inclinación a ensimismarse por
completo en las vivencias, a ser desmedidamente reservado. En cualquier
temperamento se corre el riesgo a que se desarrollen cualidades negativas. Una
de las preocupaciones principales de la actividad educativa es de tener plena
conciencia de las cualidades positivas y negativas del temperamento, así como
de los medios hábiles para dirigirlas.
Para
hacer la evaluación de alguna propiedad psicológica de la estructura del
temperamento, hay que tener en cuenta la expresión conductual, es por eso que a
continuación se describen las características más distintivas de las
propiedades psicodinámicas, partiendo de la clasificación tradicional.
Sanguíneo: La excitabilidad de la atención se presenta
con facilidad para la concentración, la distribución y el cambio, pero su
estabilidad resulta pobre. Mientras que la sensibilidad, la reactividad, la
actividad y la resistencia son elevadas, existiendo equilibrio en la
correlación reactividad-actividad. El ritmo psíquico es rápido, y su
plasticidad y extroversión son significativas. Las conductas más comunes son:
alegría, energía, eficacia, comunicabilidad amplia y variada, facilidad para
disciplinarse, adaptación sin dificultad a nuevas situaciones, mímica vivaz y
movimientos expresivos, tiene alta capacidad de trabajo, es activo, móvil y
procura cambiar con frecuencia de impresiones, reaccionando con rapidez a los
acontecimientos del entorno, y soportando con relativa facilidad los fracasos y
contratiempos. Este tipo de temperamento por las posibilidades de comunicación
que facilita entre los individuos se hace necesario en los deportes de equipo.

Colérico: La excitabilidad de la atención se
manifiesta con buena concentración y distribución, pero con dificultades para
el cambio y la estabilidad. Es baja la sensibilidad. Elevada la reactividad y
la actividad, donde la reactividad supera a la actividad. El ritmo psíquico es
rápido, pero su psiquis tiene poca resistencia a las influencias externas desfavorables.
Se comporta con más rigidez que plasticidad, es extrovertido. Las conductas más
comunes son: el ser desenfrenado, explosivo, enérgico, rápido, inquieto, terco,
decidido, constante, de motivaciones estables, capaz de entregarse a un tarea con
extraordinaria pasión, sus reacciones emocionales intensas con cambios bruscos
de estado de ánimo. Es capaz de manifestar una gran fuerza de voluntad en la
lucha competitiva.

Flemático: En la excitabilidad de la atención
encontramos que lentamente se concentra, con buena estabilidad, pero presenta
dificultades para el cambio así como pobre desarrollo de la distribución. Baja
sensibilidad y reactividad con elevada actividad, por tanto, dicha actividad
supera la reactividad. Es resistente, con un ritmo psíquico lento. Además es
rígido e introvertido. Las conductas más comunes son: imperturbable, con
dificultad en la adaptación a nuevas situaciones y relaciones, cuidadoso,
responsable, reservado, con estados de ánimo que se manifiestan poco al
exterior, e intereses estables. Son capaces de lograr el éxito en aquellos
deportes que requieren de equilibrio emocional y constancia en los hábitos,
como son: los de tiro, ajedrez, clavado, velocidad, en especial las carreras de
fondo.

Melancólico: En la excitabilidad de la atención es pobre
la manifestación de las diferentes cualidades. Su sensibilidad es elevada. La
reactividad y la actividad son bajas; por tanto, hay un relativo equilibrio en
la correlación reactividad-actividad. Es poco resistente, con un ritmo psíquico
lento. Es rígido e introvertido. Las conductas más comunes son: el ser
impresionable, susceptible, inseguro, tímido, encerrado en sí mismo, cuidadoso,
prudente y responsable. Su alta sensibilidad lo hace ser factible para deportes
de reacción simple.
Integración
Propiedades psicodinámicas - Temperamento
TEMPERAMENTOS
PROPIEDADES PSICODINÁMICAS
|
Sanguíneo
|
Colérico
|
Flemático
|
Melancólico
|
Excitabilidad de
la atención
|
Buena concentración, distribución y cambio,
deficiente estabilidad.
|
Buena concentración y distribución,
deficiente cambio y estabilidad.
|
Buena concentración y estabilidad,
deficiente cambio y distribución.
|
Pobre manifestación de las cualidades.
|
Sensibilidad
|
Alta
|
Baja
|
Baja
|
Alta
|
Reactividad
|
Alta
|
Alta
|
Baja
|
Baja
|
Actividad
|
Alta
|
Alta
|
Alta
|
Baja
|
Reactividad-actividad
|
Equilibrio
|
Desequilibrio
|
Desequilibrio
|
Equilibrio
|
Ritmo psíquico
|
Rápido
|
Rápido
|
Lento
|
Lento
|
Resistencia
|
Alta
|
Baja
|
Alta
|
Baja
|
Plasticidad-
rigidez
|
Plasticidad elevada
|
Más rigidez que plasticidad
|
Rigidez
|
Rigidez
|
Extroversión- introversión
|
Extrovertido
|
Extrovertido
|
Introvertido
|
Introvertido
|
Después de haber
realizado este extenso análisis sobre la naturaleza del temperamento y teniendo
en cuenta los conceptos a que se hizo
referencia, sería conveniente precisar que las propiedades del sistema nervioso
actúan como base fisiológica en las propiedades psicodinámicas, las cuales, a
su vez, influyen indistintamente en procesos psíquicos y/o formaciones
psicológicas, que se manifiestan como modos de conducta o a lo que también se
pudieran llamar, indicadores del
temperamento.
Pongamos un
ejemplo:
En una situación de un
juego de voleibol donde se discute la medalla de oro, una de las jugadoras realiza un remate que se hace efectivo. Para
ello fue necesario detectar las
características de su línea de ataque y
del pase que va a propiciar su acción, así como la detección de las
acciones del equipo contrario, por ejemplo, la ubicación de los jugadores para
decidir a qué zona va a dirigir el ataque y el tipo de bloqueo que utilizarían
éstas.
En este caso los
modos de conducta o indicadores del temperamento que se han manifestado en esta
voleibolista durante la acción de remate son: un buen control emocional,
agilidad mental y decisión premeditada;
las propiedades psicodinámicas son la
excitabilidad de la atención, actividad y ritmo psíquico rápido y las
propiedades del Sistema Nervioso, el Dinamismo nervioso y el Equilibrio. Entre
las formaciones psicológicas que se presentan principalmente en este ejemplo se
puede mencionar una gran capacidad realizar con rapidez el análisis y síntesis
de la situación del juego en ese momento. Teniendo en cuenta las
características anteriores, el temperamento predominante sería
Sanguíneo-Flemático
El
siguiente gráfico ilustrará esta concepción.

VÍNCULOS DEL TEMPERAMENTO
CON ALGUNOS PROCESOS Y FORMACIONES DE LA PERSONALDAD.
Relación
del temperamento con la atención, el pensamiento, las vivencias afectivas y la
voluntad.
El
temperamento se manifiesta en la fuerza, persistencia y rapidez de los procesos
psíquicos, en especial, en la dinámica de la vida emocional y en la dinámica de
la acción de cada individuo.
La atención
está estrechamente vinculada con el temperamento, a tal punto que existe en su
estructura una propiedad psicodinámica denominada excitabilidad de la
atención. Se considera un proceso de procesos, que implica una orientación
selectiva de la conciencia, la cual obedece a causas objetivas y subjetivas, de
ahí que se defina como la tendencia de la actividad psíquica y de su
concentración sobre un objeto que tiene para la personalidad determinada
significación. Sin una buena atención, es difícil que las personas puedan
percibir y procesar adecuadamente una información dada, pensar de manera
productiva, reaccionar a los cambios de situaciones y controlar continuamente
su actividad. El hombre durante su vida y a través de su actividad va
desarrollando las diferentes características de la atención, estas pueden
llegar a mejorar de modo significativo si se despliega una ejercitación
rigurosa. Asimismo, existe claridad científica con respecto a la compensación
de las deficiencias que aparecen en las personas, donde excepto en las
predominantemente melancólicas, debido deficiente funcionamiento de las
distintas características, el resto de las tendencias temperamentales compensan
más fácilmente sus insuficiencias.
No
obstante, sobre la atención está la influencia del temperamento, de ahí las
particularidades de algunas características de la atención que deben poseer las
personas teniendo en cuenta su temperamento. Los predominantemente sanguíneos,
presentan una tendencia natural hacia la buena concentración, distribución y
rapidez de cambio, sin embargo es pobre su estabilidad. Mientras que los
predominantemente coléricos se proyectan también con buena concentración y
distribución, pero el cambio y la estabilidad resultan insuficientes. En el
caso de los predominantemente flemáticos, se observa una atención que siempre
está bien concentrada, aunque retardada, acompañada de una buena estabilidad,
pero deficiente rapidez de cambio, con una distribución que se puede considerar
en su integridad pobre, debido a que cuando la actividad es complicada empeora
con brusquedad, y cuando es relativamente fácil lo hace bien. Y por último, los
predominantemente melancólicos, que son aquellos que peor atención poseen, pues
resulta deficiente la manifestación de las diferentes características tratadas,
es decir, se concentran con dificultad, distribuyen mal, con poca rapidez de
cambio y acentuada inestabilidad.
Por otro
lado, el pensamiento también recibe las influencias del
temperamento, en tanto es un proceso que se distingue por ser la expresión
superior de la cognición humana, donde se refleja de forma mediata y
generalizada la realidad, buscando siempre lo esencialmente nuevo, a través del
funcionamiento de la operaciones racionales (análisis, síntesis, comparación,
abstracción, generalización y concreción) que en cada acción específica de
pensamiento, su orden y secuencia, van a responder a los objetivos trazados, y
estos a su vez son consecuencias de los motivos que orientan una actividad
determinada, es por eso que va a depender del tipo de problema a resolver, su
nivel de dificultad y de los datos con que se cuenta.
El
pensamiento puede diferir de una a otra persona en una serie de
particularidades que lo caracterizan cualitativamente. Entre estas
particularidades individuales se encuentra el predominio de una de las dos
operaciones básicas, es decir, existen los que tienen un pensamiento
predominantemente analítico, hay otros en que es predominantemente sintético,
algunas personas con un predominio hacia la concreción y otras hacia la
abstracción, hay quienes tienen el pensamiento fuertemente matizado por lo
afectivo, y en otros es la razón quien domina los sentimientos.
También
existen cualidades individuales del pensamiento que diferencian a las personas,
ellas son: amplitud, profundidad, consecutividad, independencia, flexibilidad y
rapidez. En el proceso formativo de la personalidad, a los maestros les resulta
esencial conocer estas cualidades que diferencian a sus alumnos, para de esta
manera individualizar su influencia y dirigir con éxito su actividad
cognoscitiva, e incluso orientar esta hacia el desarrollo positivo de dichas
cualidades.
Retomando
las dos últimas cualidades individuales, flexibilidad y rapidez, y destacando
su importancia, podemos decir que las personas con flexibilidad tienen la
posibilidad de cambiar los medios o vías de solución cuando estos resultan
inadecuados, sin aferrarse a un plan mental prefijado, pues saben apreciar los
cambios que exigen un planteamiento nuevo del problema y de la solución;
mientras que en la rapidez encontramos, que es especialmente necesaria, cuando
las personas se encuentran ante una situación en que la solución es
inaplazable, teniendo en cuenta tomar decisiones convenientes y soluciones
eficaces. Al explicar los nexos entre el pensamiento y el temperamento, se ha
comprobado que en las personas predominantemente sanguíneas, se percibe una
tendencia a la agilidad mental, siendo muy rápidos en la solución de los
problemas, primando una elevada flexibilidad. Los predominantemente coléricos
se comportan también con un ritmo psíquico rápido, pero con más rigidez que
flexibilidad. Mientras que los predominantemente flemáticos, por lo general no
son ingeniosos, actúan con lentitud, primando la rigidez. Y los
predominantemente melancólicos, también tienen un ritmo psíquico lento y son
categóricamente rígidos.
S. L.
Rubinstein en los resultados de sus estudios sobre los vínculos del
temperamento con las vivencias afectivas y la actividad,
resalta la importancia de la expresión del temperamento a través de la
impresionabilidad y la impulsividad. El refirió que la impresionabilidad
tiene que ver con la susceptibilidad afectiva que poseen las personas para
responder con mayor rapidez y facilidad o con más lentitud y dificultad a las
influencias del medio, entonces se expresa en la fuerza y persistencia de las
impresiones y en la rapidez de las reacciones afectivas.
Se
sabe que del temperamento que posee el hombre dependen en cierta medida sus
vivencias, las que pueden ser positivas, negativas, tranquilas, fuertes,
débiles, etc.; por tanto, se van a encontrar personas que son muy sensibles
afectivamente, proyectando una fuerte excitación emocional ante los estímulos
que actúan sobre ellas, mientras que otras resultan más controladas. Existen
aquellas en que las impresiones se conservan por más tiempo y en otras que
resultan más volubles. También las hay que expresan estabilidad o inestabilidad
en la euforia o la depresión, así como rapidez de animarse o sosegarse.
S. L.
Rubinstein, añade, que el temperamento no sólo se manifiesta a través de la
impresionabilidad en los fenómenos vinculados con los procesos de las vivencias
afectivas; sino además, en ciertos aspectos relacionados con la impulsividad,
es decir, en la fuerza de los impulsos, la rapidez de realización de un deseo,
la tenacidad o persistencia con que se expresan los deseos en la acción y
conservan su eficacia, y por el ritmo de las personas a la hora de ejecutar
diferentes actividades. En la impulsividad expuesta en la acción, las
necesidades que estimulan la actividad pueden actuar con más fuerza dinámica en
algunos individuos más que en otros. Así encontramos personas más lentas en su
actividad, y otras más activas y rápidas. En este sentido, se ha comprobado que
la impulsividad al expresarse en la velocidad con que los deseos se
materializan en la acción, se traduce fundamentalmente en conductas tales como:
que para algunos individuos entre el surgimiento de un deseo y su realización
efectiva, media por lo general, un lapso de tiempo prolongado; y en otros el
impulso llega, por lo regular, a controlar la esfera motora de un modo casi
inmediato.
Entonces
la impulsividad como particularidad temperamental debe verse ligada
estrechamente con la impresionabilidad, pues se sabe que el gradiente de
excitabilidad emocional hasta cierto punto condiciona la expresión de las
acciones.
De
acuerdo a lo que se acaba de explicar, el autor refiere que el temperamento
predominantemente sanguíneo se proyecta con una débil impresionabilidad y una
gran impulsividad; el predominantemente colérico, se caracteriza por una fuerte
impresionabilidad y una gran impulsividad; el predominantemente flemático, se
distingue por la presencia de una débil impresionabilidad y muy escasa
impulsividad; y el predominantemente melancólico, por una gran
impresionabilidad y una escasa
impulsividad.
Ahora
bien, si nos detenemos en dos de las categorías que A. V. Petrovski planteó
dentro del conjunto de propiedades psicodinámicas de la estructura del
temperamento, la reactividad y la actividad, su intención en la
explicación no resulta exactamente igual a lo esbozado por S. L. Rubinstein con
respecto a la impresionabilidad y la impulsividad; pero si resulta cierto, que
ambos autores, enmarcan sus explicaciones sobre la dinámica de la vida afectiva
y la dinámica de la acción de cada individuo; sin embargo, no es lo mismo
impresionar que reaccionar, impulso que actividad, aunque existen muy estrechas
y necesarias relaciones, pues son momentos de cada todo, del afectivo y de la
acción.
Sobre
estas propiedades del temperamento, A. V. Petrovski expone que la reactividad
se basa en la fuerza con que las personas reaccionan emocionalmente a las
influencias externas o internas; y la actividad como aquel grado de
actividad (valga la redundancia) con que el hombre influye sobre el mundo
circundante, superando los obstáculos externos e internos durante la
consecución del fin. Además, este autor, aporta otra propiedad que tiene que
ver directamente con estas anteriores, y es la de la correlación
reactividad-actividad, donde se expone el grado mayor o menor de
reactividad o actividad de acuerdo a las circunstancias externas o
internas, casuales o intencionales. Ellas caracterizan las dominancias
temperamentales de la siguiente forma: el temperamento predominantemente
sanguíneo, se distingue por el equilibrio entre la elevada reactividad y la
elevada actividad; mientras el predominantemente colérico, también presenta
elevadas la reactividad y la actividad, pero la reactividad supera la
actividad. En el caso del predominantemente flemático, es baja la reactividad y
alta la actividad, por tanto la actividad supera a la reactividad. Y en el
predominantemente melancólico, son bajas tanto la reactividad como la
actividad, en relativa proporción.
La
naturaleza impresionable, reactiva, impulsiva o activa del temperamento de una
persona se puede controlar y organizar a través del funcionamiento de la
actividad volitiva, la que constituye una forma especial,
superior y desarrollada de la actividad voluntaria del hombre, caracterizada
esta por la realización de esfuerzos para vencer obstáculos, tanto externos
como internos, avalados estos por la reflexión y toma de decisión del sujeto.
Lo
volitivo se instaura en el nivel de regulación psíquica que es la personalidad,
específicamente en la regulación inductora, donde se consolidan y generalizan
sus manifestaciones, conduciendo a la formación de las llamadas cualidades
volitivas, entre las más representativas: la independencia, la decisión, la
perseverancia y el autodominio, de las cuales se movilizan esfuerzos que
coadyuvan por ejemplo, a superar la impulsividad y la excesiva expresión
emocional en el proceso conductual conscientemente motivado.
Siempre
la actividad volitiva regula la conducta del individuo en consonancia con
aquellos objetivos significativos que se propone como ser consciente. El hombre
frena la aparición de incitaciones y la ejecución de actos que no se
corresponden con sus aspiraciones, ideales y valores, poniendo en marcha sus
principales funciones: control y regulación de la conducta. En particular, la
regulación de la conducta consiste no sólo en frenar y contener las
incitaciones y acciones indeseables para la persona, sino que se manifiesta
también cuando el hombre dirige su actividad por determinado cauce, aportando
la energía necesaria para sus acciones. El proceso educativo del temperamento,
así como de los procesos y formaciones psicológicas, requieren necesariamente
de la participación de la voluntad, sin ella es imposible cualquier cambio. Son
las cualidades volitivas las que instauran lo volitivo al nivel de regulación
psíquica, pues se expresan en las formas en que la persona realiza las
distintas actividades. De ahí que la perseverancia se caracteriza porque
si bien la persona mantiene una alta insistencia durante toda la actuación que
despliega encaminada al logro de sus objetivos, al mismo tiempo su insistencia
no es rígida, no ocurre en detrimento de los cambios que pueden ocurrir en la
situación en que se desenvuelve, sino que sostiene con energía su actuación,
siendo capaz de percatarse cuándo tiene que modificar su actuación, incluso
hasta llegar a tener que aplazar o renunciar a lo que hace después que pone en
juego todos los recursos adecuados y posibles. Mientras la decisión distingue
a la persona que se muestra segura de sí misma y de lo que hace, pues tiene
iniciativa y con firmeza traza con claridad los derroteros y las formas de
actuación, no padece de dudas injustificadas. Por otro lado, el autodominio,
consiste en el hecho de que la persona tiene control sobre sí, posibilitando
que gracias al esfuerzo volitivo pueda enfrentar y dominar distintas
manifestaciones de su personalidad que podrían afectar su actuación. Y la independencia
significa que la persona puede determinar su actuación a partir de sus propias
motivaciones y conocimientos, es capaz de regular la conducta por sí mismo,
tomando en consideración las circunstancias en que tiene que actuar y las
influencias externas que inciden sobre ella, no ignora las opiniones de los
demás, sino que las considera sometiéndolas a un proceso de análisis.
Relación
del temperamento con las formaciones psicológicas generalizadoras.
Se
esbozan algunas valoraciones fundamentales sobre la relación del temperamento
con las formaciones psicológicas generalizadoras de la personalidad,
el carácter y las capacidades. Es conocido, que con cualquier
combinación de temperamentos se puede potenciar el desarrollo de rasgos y
cualidades estructurales del carácter, así como de capacidades socialmente
positivas, sólo resulta necesario que las personas con responsabilidades educativas
dominen las peculiaridades funcionales de cada una de las propiedades
implicadas en la estructura del temperamento de los sujetos con los cuales va a
trabajar, seleccionando entonces las vías de adaptabilidad más apropiadas al
contenido de las formaciones psicológicas mencionadas.
Comenzando
por el carácter, hay que señalar que las formaciones
motivacionales que lo integran no existen desvinculadas unas de otras, sino que
conforman una estructura en la cual las motivaciones se organizan jerárquicamente
atendiendo a la importancia que revisten para el sujeto. Es por ello, que el
carácter está constituido por un sistema de formaciones motivacionales que
definen la tendencia orientadora estable y peculiar de la personalidad del
sujeto hacia diferentes esferas de actividad. Al analizar los vínculos del
temperamento y el carácter hay que recordar que ambos tienen como base
fisiológica el sistema nervioso. El temperamento, a su vez, es la base
sensitiva del carácter, y aunque las características del temperamento subyacen
a la estructura de las particularidades del carácter, no por ello lo
predeterminan categóricamente. No obstante, la forma en que se expresa cada
rasgo del carácter es diferente de acuerdo con la combinación temperamental que
posee la persona. Las propiedades del temperamento pueden favorecer o no el
desarrollo de los rasgos caracterológicos. Por eso, cuando las condiciones
objetivas resultan adversas, la persona predominantemente melancólica más
fácilmente asume una actitud de cobardía en comparación con el
predominantemente colérico; por el contrario, en condiciones favorables, al
predominantemente colérico le es más fácil asumir la actitud valiente con
respecto al predominantemente melancólico. También pueden formarse sobre la
base de la impulsividad, a través de la presencia o no de condiciones
educativas, diferentes cualidades del carácter. Por eso, cuando es fuerte la
impulsividad y no se ha aprendido a controlar los actos mediante la reflexión
de las consecuencias, puede aparecer con regularidad el desenfreno,
materializado en la costumbre de hablar sin rodeos, con un matiz de considerable influjo afectivo; de lo
contrario, cuando la impulsividad es sostenida y hay una labor educativa
correspondiente, puede aparecer la capacidad de lograr los objetivos propuestos
sin la presencia de la llamada indecisión.
Hay
que tener claridad sobre el hecho, de que los rasgos del carácter se forman
durante la vida del hombre por la influencia de múltiples factores
socioculturales, no están determinados mecánicamente por el temperamento, ya
que el mismo como formación psicológica es ante todo el resultado de la
actividad práctica; sin embargo, se impone subrayar que el temperamento le
imprime un dinamismo determinado a las cualidades del carácter y este al mismo
tiempo influye en la forma en que se manifiesta el temperamento. De ahí que la
explosividad del temperamento puede ser moderada por el carácter; especialmente
cuando en la formación de los rasgos que implican una valoración de los demás
se encuentran la cooperatividad, la sociabilidad y la solidaridad.
El
carácter se manifiesta en la conducta volitiva, y viceversa, las cualidades de
la voluntad se expresan en los rasgos del carácter, en aquellos aspectos que
tiene que ver fundamentalmente con la fuerza, determinación, estabilidad,
tenacidad y decisión. El carácter, como conjunto de formaciones motivacionales
se forma a través de la actividad del proceso volitivo y se concretiza en los
esfuerzos y actos volitivos propiamente.
Siguiendo
sobre los vínculos entre el temperamento y las formaciones psicológicas,
resulta importante señalar, que las propiedades temperamentales matizan el
desarrollo y la manifestación de las capacidades. De ahí que
resulte esencial, tener claridad sobre las capacidades entendidas como
particularidades psicológicas de la personalidad que son condiciones para
realizar con éxito una actividad dada.
En la
base de una capacidad y sus cualidades compartidas incluso por distintas
personas, pueden existir diferentes combinaciones temperamentales. El
desarrollo de las capacidades puede contribuir al ajuste de determinado
predominio temperamental, a atenuar o eliminar rasgos negativos del
temperamento. Es por eso, que en dos profesores que desarrollan su capacidad
pedagógica, el intercambio con estudiantes y profesores puede conducir a que el
predominantemente colérico, aprenda a dominarse y el predominantemente
flemático, aprenda a adaptarse con mayor rapidez a los diferentes grupos de
estudiantes que atiende.
Se ha
comprobado la existencia de propiedades psicodinámicas del temperamento que
favorecen más el desarrollo de determinadas capacidades y al mismo tiempo son
capaces de promover dificultades en la formación de otras. El temperamento
predominantemente melancólico, por su gran sensibilidad favorece el desarrollo
de las capacidades artísticas; sin embargo, puede dificultar el desarrollo de
la actividad del piloto de aviación que requiere de rápidas reacciones. No
obstante, es bueno aclarar, que hay personas eminentes en diferentes campos de
la actividad humana donde se registran todos los tipos de predominios
temperamentales, lo que obedece al hecho de que no se pueden catalogar
temperamentos “buenos” o “malos”; al respecto, Fuentes Parra ha encontrado en
numerosas poblaciones de diferentes profesiones y ocupaciones, diferentes
mezclas temperamentales predominantes, que al parecer, responden a las
exigencias psicodinámicas de la actividad en cuestión, por cuanto en su mayoría
, las personas estudiadas, que desempeñan óptimamente esa función, presentan
una tipicidad en su combinación temperamental; por ejemplo, en los deportistas de Juegos con pelota
predomina el temperamento sanguíneo y los que desarrollan actividades más
sosegadas, como el Tiro deportivo y el Ajedrez, presentan el mayor porciento de
flemáticos.
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